En Galicia malgastamos una parte del dinero público. Es verdad que no es culpa solo de la Xunta, que la cosa viene de lejos, y que en todas las Comunidades Autónomas tienen un problema similar. La buena noticia es que podríamos hacerlo mejor, si nos lo propusiésemos.

En esencia, invertimos el dinero público sin analizar previamente si la inversión merece la pena: si va a haber usuarios, si la inversión va a generar efectos arrastre significativos, si el bienestar social que va a generar compensa el coste. Por eso sería fundamental que los partidos políticos que quieran hacer las cosas de otra manera incluyesen en sus programas electorales la creación de una agencia independiente de evaluación de inversiones públicas.

Podríamos utilizar la Escola Galega de Administración Pública (EGAP) y las universidades gallegas (en las que existen unos cuantos especialistas muy buenos en este ámbito) para reciclar un pequeño colectivo de funcionarios ya en plantilla. En un par de años tendríamos la agencia operativa con un coste reducido, muy inferior a todo lo que ahorraríamos al explicitar el disparate de algunos proyectos y, de ahí, descartarlos. De hecho, la misma lógica podría aplicarse a programas de gasto corriente recurrentes. A lo mejor descubrimos formas de prestar los servicios de forma más barata o mejor al mismo coste.

En todo caso, es cierto que a todos nos toca hacer labor pedagógica. El dinero público parece que no es de nadie y conseguir que se invierta en tu comarca, municipio o barrio, aunque sea una actuación poco razonable, se considera un triunfo. Defender lo público pasa por defender la eficiencia social en el uso de los recursos.

*Director de GEN (Universidade de Vigo)

@SantiagoLagoP