Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El ángel rojo

Escribir un artículo en el que, aún a tiempo y merecidamente, se haga un elogio de una persona de izquierdas y otra de derechas tienes que reconocer, amable lector, que no es tarea fácil, ni frecuente; por ello, inicio una aventura que espero llegue a buen puerto.

El hombre de izquierdas fue, nada menos, que un anarquista y pese a su radical ideología ha sido, para mí, una persona honrada, amante de la justicia y con la idea clara de que una diferente ideología no es motivo para ajusticiar a los contrarios; estos epítetos no son un elogio banal, sino que reflejan la realidad de su comportamiento y, por ello, mereció el título del ángel rojo. Me estoy refiriendo a Melchor Rodríguez García.

La persona de la que estoy escribiendo era durante los años de la Guerra Civil el delegado de prisiones de la República, y su esfuerzo más valioso fue evitar "las sacas" que practicaban los milicianos y que consistían en cargar camiones con presos para después fusilarlos. Acción que le originó duras críticas pero que él llevo adelante aún con riesgo de su vida

Se calcula que el ángel rojo salvó la vida a unas 1.200 personas y además, fiel a su pensamiento, facilitó el paso al bando nacional de personalidades como el general Muñoz Grande, Serrano Suñer, Alberto Martín Artajo, los hermanos Luca de Tena y otros tantos que de no ser por su mediación habrían sido fusilados.

Tanta generosidad colmó de admiración a las mejores personalidades de uno y otro bando y uno de esos admiradores fue mi primo Ignacio Arenillas López-Chaves, el defensor del Melchor Rodríguez en el consejo de guerra que se celebró finalizada la guerra. Él era abogado militar y en una extraordinaria defensa logró anular el juicio y que fuese hallado no culpable el ángel rojo.

Sobre mi primo escribió Paul Preston: "Tras un enérgico alegato por parte de Ignacio Arenillas López-Chaves, un abogado militar extremadamente competente, que ya había defendido a Besteiro, (Melchor) fue hallado no culpable"

El fiscal, empeñado en perseguir a Melchor Rodríguez, consiguió un nuevo consejo de guerra, pero en esta ocasión la intervención, como testigo, del general Muñoz Grande y su aportación de 1.000 firmas a favor del procesado eliminaron la pena de muerte y fue condenado a 20 años, de los cuales solo cumplió cinco gracias a la nueva intervención del entonces teniente general Muñoz Grande.

Defensor y defendido mantuvieron una cordial relación y amistad, y ello pese a que Melchor continuó fiel a su ideario anarquista y mi primo, el marques de Gracia Real de Ledesma, ferviente monárquico que fue miembro del consejo privado de don Juan de Borbón. Lo que prueba que, cuando dos hombres cabales en sus creencias se encuentran, el diálogo y el entendimiento es posible. ¡Que ejemplo para los actuales políticos!, especialmente para aquellos cuya única palabra que conocen es el NO.

Compartir el artículo

stats