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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La frase

A estas alturas, y más aún después de todo lo que se ha dicho y oído en esta campaña electoral que agoniza, pocas dudas pueden quedar acerca del retorno de los sindicatos a donde solían, que muchos llamaron algo así como "correa de transmisión" de los partidos. Y las que aún hubiere se habrán disipado seguramente tras la declaración de las centrales más poderosas advirtiendo -aunque ha sonado amenaza más que aviso- de un "estallido social" si el 26/J no producía un cambio de políticas. O sea, de Gobierno.

La frase, más o menos literal, refleja implícitamente las tesis de Podemos y sus aliados más que las del PSOE, pero teniendo en cuenta que por medio anda la nueva UGT -más cerca de las tesis de Iglesias que cualquier otra después del relevo en su secretaría general- viene a significar algo así como un "empujón" al pacto.

Lo que no han explicado es, por ejemplo, cómo es posible que, cuando se está saliendo de la crisis -porque eso ni siquiera ellos pueden negarlo- envían un mensaje que también podría tomarse como un chantaje a los electores. Ni tampoco concretan los objetivos de su "estallido": si son los de ahora en Francia contra el Gobierno socialista de Hollande o los de hace muy poco en protesta hacia el giro, o voltereta, de Tsipras, el otrora apóstol del electorado griego.

Lo cierto es que cada día son más -como demuestran las bajas en sus aliados- los ciudadanos hartos de unas organizaciones que ni defienden ni protegen y que, guste o no, forman parte más del problema que de la solución. Algo parecido a lo que sucede con las patronales, que ni dinamizan ni modernizan al empresariado: entre todos sólo paralizan lo que deberían ser estructuras ágiles y flexibles.

Lo lamentable es que la actitud sindical ante los comicios sea la que es propia de las organizaciones antiguas que creían que los métodos para actuar se resumían en el mismo que los de la represión: garrotazo y tente tieso. Que, precisamente, es lo contrario a lo que significa democracia. Y, encima, nada solucionan.

(Por cierto, que hablando de sindicatos, habrá que estar muy atentos a esa rumorología que corre acerca de una posible unificación de las grandes centrales: quizás sea ese uno de los elementos del "cambio" que predican Iglesias y sus auxiliares. Y al decir auxiliares se quiere decir todos los que antes negaban tal condición,)

¿No?

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