Llevamos casi 40 años de democracia y los españoles seguimos desencantados. Estoy convencido que la democracia es un bien irrenunciable y que un ser no libre deja de ser humano pero creo que es importante el intentar ser feliz.

Cuentan que en la antigüedad griega los dioses del Olimpo habían encontrado la felicidad y se dijeron: esto es maravilloso, pero lo tenemos que esconder para los seres humanos.

Se reunieron para conseguir tal fin, decidieron esconderlo en algún planeta del firmamento, pero llegó Zeus, que era el padre de los dioses, y dijo que no. No es buen sitio para esconder la felicidad, pues el hombre es inteligente y algún día llegará a ese planeta.

Se volvieron a reunir los dioses y decidieron esconderlo en el abismo de los océanos. Volvió Zeus y dijo: el hombre es inteligente y un día llegará a ese abismo.

Los dioses estaban desconcertados y Zeus dio la solución: la felicidad la esconderemos en el interior de los seres humanos, porque los humanos se fijan más en el mundo exterior que en su mundo interior, y por eso el hombre nunca encontrará la felicidad.

Por eso el ser humano tiene que luchar por no vivir tan pendiente del mundo exterior y ver más su mundo interior, donde nacen las fuentes de la grandeza y la nobleza del ser humano.

La felicidad se viene abajo cuando estamos demasiado pendientes del mundo exterior. Seguramente alguien tiene un coche mejor que el nuestro, o es más guapo que nosotros, etc.

El ser más feliz es Dios y uno puede ser feliz en la medida en que nos parecemos más a Dios.

Cuando somos generosos con los demás, primero con tu cónyuge, con tus hijos, tu familia, con tus compañeros de trabajo y con tus vecinos.

Cuando sonreímos. La sonrisa eleva el ánimo y rompe muchas barreras.

Cuando somos misericordiosos y perdonamos a todos. Tenemos que tener mala memoria y solamente recordar lo bueno y olvidarnos de lo malo.

Cuando dejamos los caprichos y somos almas austeras que nos acostumbramos a vivir con lo necesario y no nos creamos nuevas necesidades.

Seremos felices cuando disfrutemos del bien ajeno y seamos capaces de valorar a los demás, pues seguro que no todo es negativo en el prójimo y habrá cosas positivas que uno debe valorar y manifestarlo.

Uno será feliz cuando esté en paz con Dios, con uno mismo y con los demás.

*Miembro del Club 55