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La semana de A Ferrería

De las promesas a los hechos hay un trecho

Los ciudadanos vamos a afrontar dos elecciones en corto plazo de tiempo, las generales en junio (salvo milagro) y las autonómicas en octubre. Con este panorama los partidos ya están enfrascados en una batalla electoral como se plasma estos días en Pontevedra.

El PP ha puesto en marcha su maquinaria y desde que designó a Alfonso Rueda como presidente provincial y confirmó Núñez Feijóo que volverá a ser candidato a la Xunta, hemos conocido una lluvia de proyectos para la ciudad del Lérez.

Los políticos se están acostumbrando a llenar las campañas de promesas, se les llena la boca hablando de compromisos y asumen como propias todas las demandas que les llegan, pero se olvidan de dar cuenta de lo que han hecho en la legislatura, de su gestión que a final de cuentas es la que le va a dar o quitar votos.

En estos últimos años han dejado que el emblemático Pazo de Lourizán se convirtiera en un edificio ruinoso. tras prometer en su día que sería sede del Parque Nacional Illas Altánticas o de un gran centro medioambiental de Galicia. El resultado está ahí y la alternativa que han buscado es pedirle o exigirle a Ence que acometa los trabajos, que para eso le han dado la concesión de la fábrica. La Diputación, dueña del palacio que tiene cedido a la Xunta, no da crédito.

El saneamiento de la ría también es un tema prioritario para la Xunta y sus distintos gobiernos desde 2003. Convertida en una cloaca, no han atendido las demandas del sector del mar ni tampoco a Bruselas que lleva más de una década alertado del elevado índice de contaminación. Tan importante es que el único dinero destinado a su saneamiento es de poco más de un millón de euros para elaborar un estudio sobre la situación y las medidas a tomar. Esta desidia se hace extensiva también a los concellos de la ría, de todos los colores políticos.

Otra promesa que se pierde en el tiempo es el dragado del Lérez. Inasumible hasta que la necesidad de votos les hace prometer para este mismo año la obra y satisfacer a los afectados del Club Naval cuyos yates no pueden hacerse a la mar con la marea baja ante la cantidad de lodo acumulado en sus pantalanes. El compromiso es para después de las elecciones claro está. Otro tanto ocurre con el dragado del puerto de Campelo.

La Xunta también ha decidido, por fin tras llevar ocho años abandonado, darle uso a su edificio de Benito Corbal que destinará a la Universidad y a entidades sociales.

El gran proyecto de la Xunta y del PP para Pontevedra era el hospital único, con el que han estado mareando a la ciudadanía desde 2008. De traca. Con el Álvaro Cunqueiro de Vigo, en marcha; por aquí solo ha habido una espectacular maqueta con la que Feijóo se hizo la foto de rigor. La capital se ha quedado sin nuevo hospital, sin la reforma de Montecelo, y con el Provincial dando pena. Y ahora, pasados los años, volvemos al principio.

El conselleiro Vázquez Almuíña presentará esta próxima semana al Concello el proyecto de ampliación de Montecelo. Debería acudir acompañado de Feijóo y del gerente del CHOP, José Manuel González, y así veríamos los pontevedreses con qué cara justificaban este nuevo cambio de posición, después de todo lo que han dicho sobre la necesidad y ventajas del hospital de Monte Carrasco y sobre los "parches" de Montecelo.

De las promesas no se vive, de los hechos sí. Y aquí sobran demasiadas palabras que al final se las ha llevado el viento y faltan proyectos en marcha. No les faltó tiempo, les faltó dignidad, que es lo primero que debe de tener un político.

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