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Economista y miembro del Foro Económico de Galicia

Dinamismo económico y deberes pendientes

Hace muchos años, siendo opositor al cuerpo de Técnico Comercial y Economista del Estado, tras cantar el tema de la teoría de la demanda del consumidor, el preparador me dijo: "me gusta cómo va enfocado el tema, pero hay aspectos manifiestamente mejorables". Sirva esta anécdota personal para ilustrar el balance de la economía gallega a lo largo del último año y las perspectivas de crecimiento. En términos globales podemos hablar de un buen comportamiento atendiendo al crecimiento del PIB y las mejoras en el mercado de trabajo, pero al mismo tiempo debemos tener presente que aún quedan deberes pendientes por hacer que permitan consolidar la actual fase expansiva de la economía y al mismo tiempo converger con la media española y aproximarnos a las comunidades autónomas de mayor dinamismo.

El análisis elaborado por el Foro Económico de Galicia en su Informe de Coyuntura I/2016, con el que inicia ya su tercer año de andadura, nos permite hablar de un optimismo moderado respecto al futuro de la economía gallega. Esta presentó en 2015 un "fuerte dinamismo", continuando con su senda expansiva, lo que permitió finalizar el año con un crecimiento similar al registrado antes del estallido de la crisis (2,6% en el cuarto trimestre) y una tasa media anual del 2,1%. A diferencia de lo que sucede en España, donde la senda expansiva parece estancarse, las tasas intertrimestrales reflejan que en Galicia persiste esa tendencia positiva.

EL principal motor de crecimiento ha sido la demanda interna, si bien tanto el consumo, público y privado, como la inversión crecen a un ritmo inferior al del Estado, lo que explicaría el diferencial de crecimiento. Por el lado de la oferta, el mencionado informe señala como aspecto destacado en su decálogo de consideraciones el crecimiento positivo de todos los sectores económicos, siendo la industria manufacturera la rama de actividad más dinámica con un crecimiento medio del 4,6%, y que en el cuarto trimestre asciende hasta el 7,5%. Le sigue la construcción, que en el último año retoma las tasas positivas previas a la crisis.

El positivo dinamismo económico se traslada directamente al mercado de trabajo donde se aprecia un buen comportamiento de la ocupación, con independencia del indicador que tomemos para medirla, y un significativo descenso tanto del paro estimado como del registrado en las oficinas del Servicio Público de Empleo. En relación a la ocupación, quisiera resaltar el fuerte aumento del número de asalariados en el sector privado, aunque este se concentra básicamente en contratos temporales, lo que eleva la temporalidad a su nivel más alto desde 2009. En cuanto al desempleo, se reduce el número de parados de larga duración, estimándose esta caída en todos los grandes grupos de edad.

El optimismo generado por los mencionados datos económicos, sin duda positivos, no deben ocultar la existencia de deberes pendientes. En aras a plantear soluciones, es necesario distinguir las urgentes de las importantes. En mi opinión, las dos cuestiones urgentes que debemos plantearnos hacen referencia en primer lugar, a la caída poblacional, y en especial la grave salida de la población potencialmente activa que la recuperación económica no fue quien de frenar. La segunda está relacionada con la estrategia de política económica y la necesidad de consensuar el Plan Estratégico de Galicia, y que debería permitir alterar el patrón de crecimiento de nuestra economía. Por su impacto en Galicia, pero especialmente en Vigo y su área de influencia, debe contemplar alternativas o soluciones al más que delicado momento que están viviendo, y vivirán, la industria del automóvil y el sector naval, y en menor medida, el complejo mar-industria.

En cuanto a los problemas importantes, entre otras medidas sería necesario centrarse en aquellas que permitan recuperar la relevancia exportadora de la economía gallega, donde el sector exterior está excesivamente concentrado tanto sectorial (automoción, textil y productos del mar) como geográficamente (casi el 75% de las exportaciones se dirigen al mercado comunitario); continuar con las medidas ya puestas en marcha por la Xunta de Galicia dirigidas a aumentar el peso industrial; recuperar la confianza de los consumidores y de los empresarios, claramente por debajo de la media española en los últimos años; o incentivar la creación de empresas, especialmente las de alto valor añadido.

A modo de conclusión, de cara al futuro de la economía gallega podemos ser moderadamente optimistas, pero no debemos olvidarnos de nuestras asignaturas pendientes. De ello dependerá nuestro crecimiento sostenible y nuestra convergencia con España, pero afortunadamente disponemos de los mimbres necesarios para superar nuestras debilidades. Utilicémoslos.

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