Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tras la sequía, el diluvio

Parecía que ya nos íbamos a asar en el infierno de los cambios climáticos que los más tremendistas nos hacen oír y leer todos los días del año. Parecía que el verano no se iba nunca y pasamos de su final al invierno. Incluso los árboles empezaron a hacer brotar sus nuevas hojas y ya había una preocupación considerable. ¡Ah!, pero llegó el "niño" y lo que le queda por traer, y en dos días se llenó hasta los topes el Lago Castiñeiras que estaba en las últimas en Nochebuena; y las alcantarillas saltaron en algunos lugares; y el río Lameiriña se desbordó obligando a suspender las clases en el colegio Sequelo; y los tubos de recepción de su caudal estuvieron a punto de ser insuficientes una vez más porque el agua llegó hasta su borde superior en varias ocasiones. O sea, lo de siempre: épocas de sequía seguidas de interminables borrascas que nos ahogan la moral enseguida. Nada nuevo bajo el sol. Eso sí, quien manda y tiene responsabilidad adquirida ha de hacer un esfuerzo continuo para evitar las consecuencias de este tipo de situaciones que cuando se producen en su máxima expresión, provocan sustos. Los vecinos del Lameiriña no durmieron estos días.

Compartir el artículo

stats