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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

La gasolina va por libre

Cuesta abajo en la rodada, el precio del barril de petróleo cae estos días a niveles de hace diez años; pero la noticia no ha llegado aún a las gasolineras. Será que los directivos de las petroleras no ven la tele ni leen los periódicos.

El bocoy de crudo, que anda ya por los 36 dólares y bajando, se cotiza al mismo precio que hace una década. Por alguna razón que solo los brujos del mercado podrán comprender, el litro de gasolina cuesta, sin embargo, unos veinte céntimos más que entonces. Sabíamos ya que la economía es de suyo una ciencia misteriosa; pero no tanto como para que abunde en esta clase de enigmas.

La gasolina es un bien líquido cuyos precios debiera fluir, en buena lógica, con la misma facilidad que lo hace -arriba o abajo- el más viscoso petróleo sin refinar. No sucede así, lamentablemente. Aunque sea un fluido inestable por su propia naturaleza, sorprende que suba de inmediato cada vez que aumenta el precio del crudo y, en cambio, se resista a bajar cuando el oro negro se abarata.

Cunde así entre el público de las estaciones de servicio la impresión de que las subidas de la gasolina son de carácter casi permanente, en tanto que las rebajas tienden a ser revocables a poco que el mercado Brent dé un mínimo pretexto.

Los entendidos en estos asuntos de golfería petrolífera (pues mucho del petróleo viene del Golfo) solían atribuir los frecuentes episodios de subida del barril al ansia desordenada de riquezas que caracteriza a jeques y emires. No parece ser este, sin embargo, el caso que ahora nos ocupa.

Son los propios jeques quienes ahora ponen mayor empeño en hacer que baje el precio de su producto: y, naturalmente, lo están logrando. Su propósito, al decir de los expertos en estas pillerías de mercado, consiste en hacer inviable por su coste la técnica del fracking con la que Estados Unidos acreció notablemente su producción durante los últimos años.

Conocido como fracturación hidráulica en su más prolija denominación española, el mentado fracking permite la extracción de petróleo allá donde las condiciones naturales del terreno lo impedían hasta no hace mucho. Se trata de un método cuestionable por sus daños al medio ambiente, pero no solo eso. También supone un coste mucho mayor de producción con respecto al de un pozo convencional.

Lo que los grandes productores del cártel del petróleo pretenden al tirar los precios a la baja es hacer inviable -precisamente por su alto coste- la explotación del crudo mediante la práctica del fracking. Sus enormes reservas petrolíferas les dan margen suficiente para chinchar a sus competidores norteamericanos y de otras partes del mundo sin más que dejar que los precios sigan bajando.

Sobra decir que este pulso entre mercaderes es una de las pocas noticias agradables recibidas por el automovilista -y el consumidor de energía en general- en tiempos de crisis y agobio financiero. Gracias, entre otras cosas, a esa disputa comercial, el precio del petróleo ha bajado a niveles que no se recordaban desde hace una década.

Infelizmente, la rebaja se perdió por las tuberías y no ha llegado hasta el surtidor de la gasolinera, donde el litro cuesta veinte céntimos más que hace diez años. Lástima. Para una vez que los jeques magos de Oriente querían tener un detalle con nosotros?

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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