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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

El juicio de la historia

En una entrevista a la cadena de televisión CNN, el ex primer ministro laborista Tony Blair pidió perdón por haber utilizado información errónea de sus servicios de inteligencia para justificar la invasión de Irak, una aventura militar de efectos catastróficos en la que tropas británicas participaron activamente junto con otras de Estados Unidos. Y también pidió disculpas por algunos fallos de planificación y especialmente por el error de no comprender lo que sucedería una vez desalojado del poder Saddam Hussein y destrozadas todas las estructuras del estado iraquí, lo que condujo al país a un caos de violencia y destrucción que todavía no ha concluido.

No obstante, tras reconocer esos fallos, el ex primer ministro laborista afirma que otras actuaciones neocoloniales en Oriente Medio tampoco han dado los resultados apetecidos. "Hemos intentado -dijo- la intervención con tropas en Irak, la intervención sin tropas en Libia (pero con intensos bombardeos, se olvidó de precisar) y la no intervención, pero con un llamamiento a un cambio de régimen en Siria. No tengo claro que incluso si nuestra política no funcionó las siguientes hayan funcionado mejor". Por último, se declaró preparado para "enfrentarse al juicio de la historia", ya que no parece que puedan prosperar contra él y contra Bush y Aznar los tres protagonistas de la famosa foto de las Azores) ninguna iniciativa legal para juzgarlos como criminales de guerra.

La declaración de Blair es un acabado ejercicio de cinismo. Decir, al cabo de los años, que fue engañado por informes erróneos de sus servicios de inteligencia, es una disculpa que no se cree nadie. Todos recordaremos que en la etapa previa a la agresión contra Irak, Bush afirmó que Saddam Hussein había sido cómplice de Bin Laden y Al Qaeda en los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. La mentira era tan burda que decayó enseguida, pero fue sustituida de inmediato por otros infundios. En uno de ellos se afirmaba que Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva (nucleares y químicas) y estaba en situación de utilizarlas inmediatamente. (El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, llegó a exhibir ante el Consejo de Seguridad unas supuestas imágenes de ellas tomadas desde un satélite espía). Y en otro, se dio por cierto que Irak había importado suficiente uranio desde Níger como para construir sus propias bombas atómicas en un breve espacio de tiempo.

Las especulaciones fantasiosas sobre los poderes mágicos de Saddam Hussein fueron propias de los cuentos de Las Mil y una noches. En un momento determinado nos decían que poseía laboratorios móviles para evitar la labor de los inspectores enviados por la ONU. Y en otro, posterior, que buena parte de las armas de destrucción masiva habían sido embarcadas secretamente en unos barcos mercantes y navegaban clandestinamente por el mundo hasta que fueran requeridas para su uso por el mando militar iraquí. El "juicio de la historia" que reclama Blair para sí es un procedimiento de una benignidad penal considerable porque aplaza el castigo para mucho después de la muerte. En los estatutos de la Falange Española reunificada (1937), Franco escribió que "el Jefe (o sea él mismo) solo es responsable ante Dios y ante la Historia". Eso quisieran todos los criminales.

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