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Joaquín Rábago.

En torno a un gran hispanista alemán

Son las prioridades de nuestros políticos neoliberales: tenemos en España una plaza dedicada a Margaret Thatcher, la mujer que negaba la sociedad y afirmaba al individuo y alguna calle con el nombre de Winston Churchill, tan héroe del mundo libre como defensor de la supremacía del hombre blanco.

Las hay que llevan todavía el nombre de generales golpistas y, sin embargo, no he encontrado en el callejero de nuestras ciudades ninguna que recuerde al gran sabio alemán Carl Justi (1832-1912), sin duda uno de los intelectuales que más contribuyeron en su día al conocimiento y difusión del arte español en Europa y en el mundo.

Afortunadamente, un libro que acaba de publicar el Centro de Estudios Europa Hispánica, acaso la editorial que más está contribuyendo a difundir todo lo relacionado con la historia, el arte y las letras del pensamiento español, en especial del Siglo de Oro, intenta reparar esa injusticia con una excelente publicación colectiva (1).

La obra más conocida de Justi es sin duda "Velázquez y su siglo", que vio la luz en 1888, y aún recuerdo en la biblioteca de mi padre su traducción española, publicada por Espasa- Calpe en 1953, junto a otra que hizo en su día mis delicias como adolescente: la titulada "Tú y el arte", de Wilhelm Waetzold, un divulgador de altura que situó al mismo nivel esa obra de Justi y "La cultura del Renacimiento", del suizo Jakob Burckhardt.

De ahí mi gozo al encontrarme ahora, tantos años después, con un libro en el que diversos especialistas abordan varios aspectos del conjunto de la obra ensayística de Justi así como la relación de ese estudioso con otros grandes historiadores del arte, tanto alemanes como españoles, en quienes influyó o con los que colaboró o polemizó en su día, según los casos.

Aunque su libro sobre Velázquez, un retrato inigualable sobre el pintor y la cultura artística del Siglo de Oro, es la que le ha dado más fama, no hay que olvidar otros que testimonian de su profundo interés por el arte español, como el que dedicó a Murillo, sus "Misceláneas: tres siglos de vida artística española" e incluso la guía artística que publicó la famosa editorial de libros de viajes Baedeker con el título de "Manual del Viajero por España y Portugal" y que se tradujo en su día al inglés y francés.

Interesado en principio como tantos eruditos de su época por el arte del Renacimiento italiano, Justi tuvo una especie de revelación que marcaría el rumbo futuro de sus investigaciones al contemplar en la galería del palacio Doria Pamphili, de Roma, el tan inquietante como profundo retrato del papa Inocencio X, de Velázquez, ése que años más tarde fascinaría también al pintor Francis Bacon.

A partir de ese descubrimiento, Justi, conocedor de nuestra lengua al punto de poder leer directamente en ella lo mismo a Cervantes que a Calderón, haría entre 1872 y 1892 hasta diez viajes por España, que le sirvieron para familiarizarse con sus archivos, sus bibliotecas y sobre todo sus riquezas artísticas.

Tras abandonar el proyecto sobre Tiziano que le había llevado inicialmente a Italia, se dedicaría con auténtica pasión al arte español, hasta aquel momento relativamente desconocido en Centroeuropa pese a los libros escritos por viajeros ingleses o franceses como Richard Ford o Téophile Gautier, con los que Justi estaba familiarizado.

Tanto Justi como su compatriota Emil Hübner, fundador de la moderna arqueología hispánica y autor del primer catálogo de la colección real de cultura clásica en el museo del Prado, abrieron de par en par las puertas al arte español en Alemania.

Justi , uno de los primeros estudiosos en analizar la producción artística en un contexto histórico y cultural, valoró sobre todo en el arte español y en sus estilos más característicos, en especial el plateresco, las formas híbridas, la heterogeneidad de influencias tanto del arte islámico como del gótico francés o el temprano Renacimiento italiano.

Por lo que se refiere a su gran pasión, Velázquez, Justi vio en el pintor de la corte de Felipe IV al mayor retratista de los tiempos modernos, muy superior, en su opinión, a los más grandes como Tiziano o Van Dyck, y así escribió de él: "Cuando la mirada va desde otros cuadros a uno de los suyos es como si de repente se pasara de las sombras y los esquemas a ver una escena de la vida real".

Es cierto que, como señalan algunos de los ensayistas que han colaborado en este libro, Justi tuvo sus diferencias con otros expertos en la obra velazqueña como el también pintor Aureliano de Beruete o con los grandes exponentes de la llamada Escuela de Viena Alois Riegl y Max Dvorák.

Éstos, así como Julius Meier-Graefe, el "redescubridor" de El Greco, rechazaron por ejemplo su interpretación de Velázquez como un genio aislado, sin apenas conexión con el resto de la pintura europea, se fijaron sobre todo en los aspectos formales de su obra o vieron en el sevillano a un precursor del impresionismo, movimiento que por cierto Justi no acertó a comprender.

Cada época tiene su particular visión y reinterpreta a su manera el pasado.

(1) Carl Justi y el arte español. Dirigido por Antonio Bonet Correa, Henrik Karge y Jorge Maier Allende. Varios colaboradores.

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