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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El transplante

Pues la verdad es que, dicho con todo respeto hacia la decisión que tome don Martiño, quizá no estuviere de más alguna reflexión meramente informativa sobre la posibilidad de éxito en su traslación desde la Alcaldía de Teo, que ostenta, a la "alcaldablía" de Santiago, que pretendería al frente de un grupo de convergencia de izquierda radical. E incluso acerca de los efectos, para su futuro político en Anova -y también en AGE-,que dependerá de lo que pase.

Un mero vistazo a los precedentes, y aunque alguna excepción hay, demuestra que en los últimos tiempos los transplantes de candidaturas de un municipio a otro no se han saldado con éxitos espectaculares. Más habituales a la derecha que a la izquierda, buscaban la concentración del voto localmente disperso que propiciase la mayoría absoluta del PP, y ni aún así. Y a la izquierda, la hueste está ya tan dividida que ese tipo de traslado acaba no por sumar sino por restar tanto en su punto de llegada como en el de origen.

En cualquier caso pocos discuten que los políticos hagan de su capa un sayo ni a quienes respaldan sus maniobras que ejerzan de sastre.Pero a estas alturas, y cuando el señor Noriega ni siquiera tomó la decisión -aunque su anuncio es ya de por sí una pista de qué puede hacer- ha habido reacciones de todo tipo: frente a los que creen que Teo, con todos los respetos, no es Santiago y por tanto una buena gestión allí significa poco,otros argumentan que la administración municipal eficaz no depende tanto del tamaño como de la experiencia y minimizan los reproches.

La cuestión, atractiva quizá para la parte del electorado que ve en la condición de la ciudad como capital de Galicia un dato que obliga a los candidatos a curricula de peso, tiene una segunda parte de mayor enjundia. Porque la capitalidad, para muchos,imnplica un respeto institucional hacia determinadas formas que son también esencia del sistema democrático. Y, en eso sí que don Martiño, al incorporar insultos graves a su anuncio,empezó mal.

Y es que llamar mafiosos a quienes hasta ahora han gobernado la ciudad -PP y PSOE, porque no parece que reduzca su agravio al primero- no es el mejor modo de presentarse a una población que históricamente merece el calificativo de institucional y moderada. Y eso se ha reflejado -aunque con alguna excepción- en alcaldes a la altura de una ciudad Patrimonio de la Humanidad que antaño supo eludir tentaciones para respaldar intereses personales bajo disfraz de provinciales.

En ese marco es aún más evidente el error de los que predican tiempos nuevos desde las viejas fórmulas del agravio. Sean Noriega o su porquero.

¿No?

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