El presidente Louzán y el alcalde Lores se quedarán con los ojos a cuadros cuando sepan que la apuesta de las instituciones pontevedresas por la Vuelta Ciclista a España no empezó ayer, con ellos como protagonistas. Viene de lejos, muy lejos. Exactamente desde 1940 cuando estaba organizándose su tercera edición que luego tuvo que posponerse hasta el año siguiente.

Con anterioridad el pelotón multicolor atravesó por primera vez el centro de Pontevedra a la una y media de la tarde del 27 de mayo de 1936, cuando la Guerra Civil ya estaba en ciernes. Se corría la décimo octava etapa de su segunda edición que transcurría entre A Coruña y Vigo.

Aunque el día estaba desapacible, los aficionados siguieron con expectación el paso de los corredores protegidos con plásticos transparentes. Los ciclistas en grupo entraron por el Puente del Burgo y salieron por la carretera de Vigo, cruzando Michelena y Peregrina en sentido contrario.

Inmediatamente después de la Guerra Civil se puso en marcha la Vuelta a España en su tercera edición y hasta la mesa del alcalde Remigio Hevia llegó una petición de subvención al Ayuntamiento por parte de Juan Pujol, director del diario madrileño Informaciones, encargado de su organización. Tal solicitud iba acompañada de un oficio del gobernador civil y eso significaba en la burocracia oficial que contaba con el beneplácito gubernamental.

La Comisión Municipal Permanente estudió el asunto en el mes de enero de 1940, y tomó el acuerdo de aceptar la invitación y conceder una subvención de 500 pesetas siempre y cuando una etapa acabara en Pontevedra. Esa era la condición sine qua non. Lores y su equipo de gobierno hicieron algo muy parecido setenta años después, cuando la Vuelta a España volvió a Pontevedra por la puerta grande en 2011.

Como no había consignación presupuestaria para atender aquella petición imprevista, y debido a su urgencia, Hevia y su corporación optaron por una habilitación de crédito a transferir desde una partida no agotada y destinada al material del personal obrero. Solo el concejal Eloy Artime Prieto se opuso.

Poco tiempo después el Ayuntamiento recibió una comunicación que anunciaba el aplazamiento de la prueba y su traslado a 1941. Para entonces su recorrido se alejó de Galicia y eso provocó un patente malestar.

La afición por el deporte de los pedales se mantuvo muy viva. Aquí se organizaron diversas pruebas en la década de los años cuarenta: desde la Vuelta Ciclista a Galicia al Gran Premio Ciclista 18 de Julio, pasando por la Vuelta a Pontevedra, con la Jefatura de Deportes de Educación y Descanso o la Delegación del Frente de Juventudes como organizadoras. Todas ellas recibieron subvenciones del Ayuntamiento de entre 500 y 1000 pesetas. El deporte no ocupaba en aquellos años un lugar prioritario entre las competencias de la Diputación Provincial.

La implicación y el compromiso de los pontevedreses con el ciclismo fue cada vez más lejos, hasta el punto de formar un comité local para coordinar los preparativos de la Vuelta a Galicia en 1946. Aquella cuarta edición incluyó el final de una etapa y el principio de otra en Pontevedra, pernocta incluida de toda la caravana. Antonio Puig Gaite presidió ese comité en donde estaban Ramón López Arca, Román Pérez del Río, Argimiro Rivas Castiñeiras, Víctor Cervera Mercadillo, Manuel Ferradás Cochón y Marcelino Sánchez como jefe de meta en la Alameda.

Pontevedra tuvo que esperar hasta la vigésima edición de la Vuelta Ciclista a España en 1965 para adquirir el protagonismo tan anhelado que luego repitió en 1967. En tiempos del alcalde Filgueira Valverde la ciudad se convirtió estos dos años en punto de salida de sendas etapas con final en Ourense.

En 1965, el ganador de la segunda etapa con línea de salida en la Alameda fue el inolvidable Van Looy, que al final de la prueba quedó tercero. Y en la tercera etapa de 1967 se impuso también al sprint Txomin Perurena.

Del año 1967 data la primera referencia turística como tal que Pontevedra arrancó de la Vuelta Ciclista a España. Un cronista de la época lo reflejó así:

"La salida real --escribió-- se dio en San Salvador de Poio, donde empieza una de las rutas más bonitas del mundo. Lucía un sol espléndido, sin una sola nube en el cielo. El mar estaba rizado y las rías estaban bellísimas. Subimos a Rajó, pasamos por Sangenjo, Portonovo, La Lanzada, Villalonga, Cambados, Villagarcía... Aquí dejamos el mar. Eran las tres de la tarde".

Casi medio siglo después Louzán y Lores echaron el resto con la colaboración de RTVE.