El Rey negro de la última Cabalgata de Reyes de Madrid no era negro, lo que provocó cierto malestar en algunos sectores.

-Nos parecía normal -venían a decir las voces discrepantes- que los reyes negros fueran blancos cuando aquí no había negros. Pero ahora no tiene razón de ser.

Costaba tomarse el asunto en serio, sobre todo con unas décimas de fiebre, pero lo cierto es que se le dio a la historia una cobertura increíble. Estaba uno en la cama, escuchando la radio con las décimas de fiebre ya mencionadas, cuando un tertuliano dijo que la "autenticidad era un valor". Lo dijo con la voz grave de los grandes enunciados, como si acabara de descubrir el Teorema de Pitágoras. Bueno, en la cabalgata de Madrid, los Reyes Magos son tres concejales: uno del PP, otro del PSOE y otro de IU. El negro era del PSOE. El hombre podría haberse retirado, cediéndole su puesto a un inmigrante cualquiera. Pero había ahí algo que no le gustaba a la autoridad competente. Colocar a un inmigrante sin papeles, como se supone que era el Baltasar original, significaba politizar la cabalgata. Eso es lo que nos pareció entender por debajo y por encima de las excusas que llegaban a nuestros oídos. Estaba claro que el modo de despolitizarla pasaba por que los tres Reyes fueran políticos.

-Si hubiéramos tenido un concejal negro -dijo en algún momento la alcaldesa-, no nos habría importado que desfilara, pero esto es fruto de un acuerdo entre los partidos del arco parlamentario.

Ahora no estoy seguro de que dijera "arco parlamentario", pero le pega: Ana Botella es de esas personas que pueden decir sin ironía "marco incomparable". Un grupo de abajo firmantes, en internet, reclamó que buscaran a un negro. No logramos averiguar si por un afán de autenticidad o qué. El día era frío y la niebla se te metía en los huesos. A mí no se me metía porque estaba en la cama, desde la que contemplaba el cielo enemigo de Madrid. Me alegré finalmente de que no cogieran a un pobre negro sin papeles para hacer de Baltasar. Se habría quedado helado y hoy estaría de nuevo en la calle, pero con una bronquitis. Ahora bien, pasados los días, sigo sin entender la discusión.