De todo lo que les escribo, lo más sencillo, lo más libre, lo más espontáneo y lo más natural, son las simplezas, frases breves con las que resumo mi modo de ver e interpretar las personas, casos y cosas del día de hoy y del día de ayer, que unas veces endulzo con ironía -sin alcanzar la genialidad de la greguería-, algunas ocasiones revisto de gravedad -sin llegar a la dureza de la máxima-, en ciertas situaciones someto a comparación -sin atrapar lo tácito de la metáfora- y en otras circunstancias son contradictorias -sin resultar ser paradojas-. Sin embargo, que nadie crea que son fruto de improvisación, si es que se improvisa algo. Es verdad que el estímulo me viene de fuera, de alguien o de algo que me instiga cuando quiere y no cuando quiero, lo me obliga a estar atento al acicate para percibirlo, sin que me soborne con el halago o me persuada con el engaño, y después, si decido aceptarlo, he de convertirlo en frase y trasladársela a ustedes. En lo que se refiere a la denominación de simplezas, su adopción es consecuencia de un ejercicio de humildad y miedo, porque supone para mí una temeridad la elaboración de frases cuasi originales, a partir de los pensamientos surgidos de la observación o de la recepción del estímulo externo.

En mi biblioteca guardo un libro "familiar", un libro de esos que, por diversas circunstancias, siempre anduvieron en manos de un miembro de la familia: Así hablaba Zaratustra (un libro para todos y para nadie) (Valencia: Prometeo; ca 1919), fue escrito entre 1883 y 1885 y es el libro más célebre y controvertido de toda la obra del filósofo, poeta, músico y filólogo alemán Federico Nietzsche (1884-1900). En su portada, a modo de ex libris figura la firma de mi tío paterno, José Martinón León -que fue querido y reputado médico y alcalde de Gáldar-, fechado en Las Palmas el 5.01.1920. En la contraportada, aparece de nuevo su firma en 1921 y más abajo la de mi padre, Federico Martinón León, en 1929. El libro viajó a Ourense, con mi padre, cuando se vino a establecer como pediatra en 1940, y de sus propias manos volvería a las de su hermano años más tarde a Gáldar y desde allí, gracias a la generosidad de mi prima Rosa María Martinón Coraminas, retornaría a Ourense este año de 2013. El libro, encuadernado en rústica, está muy fatigado por el uso y lleno de anotaciones de los dos hermanos Martinón. Dentro aparece una tarjeta del que fue acreditado odontólogo ourensano, Ricardo Alarcón Núnez, en el que solicita que mi padre vaya a consultar a su sobrina Berta, "que llevó un gran golpe en la cabeza". El traumatismo no debió tener consecuencias para la niña, que no es otra que Berta Miranda Alarcón, querida amiga y familiar, y que aún hoy se encuentra en magnífico estado físico y mental. Zaratustra, es el nombre castellanizado de Zoroastro, personaje histórico persa, profeta y fundador del Zoroastrismo, que habría nacido en Bactriana alrededor del 628 aC y muerto sobre el 551 aC. Para algunos analistas su nombre engloba cuatro maestros, de los cuales él sería el último. Zaratustra creó una de las primeras religiones monoteístas, denominada mazdeísmo, cuya base escrita es el Zend Avesta -con polarización total del Bien y del Mal e influencias importantes en todas las religiones judeocristianas-. Su religión se extendió por el valle del Indo y Persia, si bien no alcanzó una gran expansión hasta después de su muerte, en que se convirtió en el credo oficial del imperio de los sasánidas hasta bien entrada la Alta Edad Media. La expansión del Islam supuso su erradicación. Zaratustra fue utilizado como figura literaria por Nietzsche, como su alter ego para exponer sus teorías sin verdadero vínculo con la figura histórica. También fue el personaje del libro Luces de Bohemia de Ramón María del Valle-Inclán y de un poema sinfónico de Richard Straus. Así hablaba Zaratustra o bien Así habla Zaratustra (como figura en muchas de las ediciones) es una un verdadero poema en prosa que, con selectas palabras, belleza melódica, ritmo de sucesión y poder evocador, recoge las principales ideas de Nietzsche, en una serie de relatos y discursos más o menos independientes. Zaratustra aparece convertido en un ermitaño recluido en la montaña que reflexiona sobre la vida y la naturaleza del hombre, para después regresar al mundo y comunicarle el fruto de su conocimiento, cuya esencia es el eterno retorno de lo mismo. En esta obra, como en todas las suyas, Nietzsche se muestra como un maestro genial en hacer observaciones sagaces y resumir sus ideas en pocas palabras. Citemos dos de ellas: "Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti", "De nadie estamos más lejos que de nosotros mismos" y "Los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos". A esta última cita añadiría la que le oí recitar a mi hija María Martinón, antropóloga de profesión, que recogió de un cuento de Bradbury: "Desde entonces nos hemos situado a nosotros mismos bastante por encima de mono, pero muy por debajo del ángel". Pues bien, Nietzsche al fondo tenemos el atrevimiento de recoger algunas de nuestras simplezas:

Cuando el niño pasa del triciclo a la bicicleta en lugar de lograr el equilibrio se desequilibra.

Hay personajes tan agarrados que el dinero no se les ve, pero se percibe la sensación de que llevan una maroma al cuello, la de su propia riqueza.

Preguntarle a un niño, ¿qué vas a ser de mayor?, es ignorancia o necedad. Los niños simplemente quieren seguir siendo niños.

La extinción del cazador sería sentirse la pieza.

Le gustaban tanto las antigüedades que hasta su suciedad corporal era añeja.

Era tan avaricioso que en su imaginación cerraba los números tres para que pareciesen ochos.

Las estaciones son cuestión de ropa. En verano se aligera la ropa al salir y en invierno al entrar.

En el dualismo del calvo que deja crecer su barba veo la angustia metafísica del principio de la contradicción.

El calvo que deja crecer el cabello donde lo conserva para transportarlo a donde le ha caído es un ser humano en lucha contra su destino.

Había cristalizado tantas imágenes superpuestas, por la imposición de la moda, que ya no sabía cuál le correspondía.

El hábito no hace al monje pero sí lo exterioriza.

Lo malo de vivir es que hay que morir para volver a Vivir.

Con tanto lavarse eliminó su propia sustancia.

No hay nada más involuntario que morirse.

Lo malo de la colección de billetes del avaro es la imposibilidad de intercambiarlos al no existir los repetidos.

Era tan gran escultor que conseguía que los modelos se superasen a sí mismos.

La naturaleza se supera a sí misma cuando la refleja un gran pintor.

Cuando a los viejos nos rebajan la entrada al museo o el billete del viaje parecen querer darnos la última oportunidad.

Nada hay más triste que la ceniza de un cigarro, pues es al tiempo auto extinción y enfermedad y muerte del fumador.

La evaporización es el desagüe del mar.

Las fosas sépticas son la cárcel perpetua de los excrementos

El "he dicho" final de un discurso, sí es bueno es el descanso del orador y si es malo es el respiro del que lo escucha.

Las salsas son la tentación permanente del pan de los glotones.

Cuando observo el rebañar de un voraz no sé si es tragadera incontrolada, colaboración con el lavaplatos o simple falta de crianza.

El corsé es la camisa de fuerza de la tentación.

Lo más grave del amante es que puede arrebujarse en distintos destinos.

La peor indigestión debe ser la del caníbal porque a sus quejas se suman los gritos de los desgarros de sus viandas.

Lo execrable de la cama del viejo hotel no es encontrar entre sus sabanas al viejo huésped sino a sus viejos parásitos.