El paro es un receso, la emigración es movilidad internacional y las subidas de impuestos son novedades tributarias, que suena a novedades literarias. Significa que ha quedado inaugurada la nueva temporada de mentiras. Más paro, más IVA, más policía, más Cristina Cifuentes, más incumplimientos electorales, más cinismo€ Por cierto, que los nuevos ejecutivos del llamado banco malo (que según Botín no era bueno) ya han comenzado a forrarse a costa nuestra. Pero el Gobierno está encantado. Cuando piensan cómo estaríamos de no haber engañado minuciosamente al personal, se ponen como unas castañuelas.

-Si hubiéramos dicho la verdad, habría muchos más pobres y la prima de riesgo estaría por las nubes.

En realidad, solo hay dos posibilidades: o bien el gobierno es tonto o bien es malvado. Bueno, cabe una tercera: la de que sea tonto y malvado al mismo tiempo, que es lo que cabe deducir tras el conjunto de declaraciones excretadas tras el último Consejo de Ministros.

-Así que de lo dicho nada.

-En efecto, de lo dicho, nada.

-¿Y eso?

-Si decimos una verdad, igual el pueblo recuerda su sabor y se nos viene todo el tinglado abajo. De aquí a las próxima convocatoria electoral, la máxima es mentir siempre, incluso cuando no sea preciso, de modo que lo que parezca raro sea la vedad. Tenemos que lograr que cuando a alguien se le escape una verdad, lo lapiden o le corten la lengua. Esto sirve para el ámbito público lo mismo que para el privado. Mientan ustedes a sus niños, a sus cónyuges, a sus empleados domésticos, a sus jefes, a sus vecinos€

-¿Y si no nos sale?

-Si no les sale, pues aprenden. Graben a los ministros cuando salgan en el telediario y estudien luego sus gestos. Graben a Soraya Sáenz de Santamaría, a Guindos, a Rajoy€ De aquí a cinco o seis años este país, si quiere salir de la crisis, debe instalarse en la mentira.

-Están ustedes haciendo un santo a Urdangarín.

-De eso se trata, de salvar también la monarquía.