Gracias sean dadas a Dios, en caso de que exista, por haber permitido a mi humilde paladar tocar el cielo por la intercesión del portugués avecindado en Vigo Arturo Pinto, que no solo cocinó un arroz de lamprea de sabor excelso sino que él mismo trajo el milenario bocado del Pai Miño. Fue el sábado noche, estábamos en el bar vigués Dogma de José Rica (Alfonso X El Sabio, 2) y uno se había añadido a una pandilla allí habitual ornamentada por nombres como Fito Lareo "La Viuda", Josechu Curiel, Fernando Margüenda y su Rosa habitual, Fernando Santoro, Picho G. Retorta, Bea Taboada, Javier Posada, Lele García y los compatriotas lusos del vocacional cocinero"e amigos nosos", Joaquín Suárez y José Carlos Cordeiro. La lamprea tuvo como preámbulo una empanada de maíz con mejillones obra de José Rica, dueño de la casa, y todo fue regado con un tinto brut portugués que aligeró la digestión sabiamente.

Manolo Cores "Chocolate"

Ese tinto brut portugués lo probó uno con Arturo Pinto hace un tiempo en el "Merendinha", ese veterano restaurante cuya terraza está frente a la feria de Valença. No sé si hablé alguna vez del Merendinha, en el que Sinda tanto te puede preparar un bacalao como un arroz de marisco, una lamprea miñota o un jabalí, platos que te puede servir con gusto su marido, José, forjado en la hostelería lisboeta. Preguntad si es cierto a Berto Ribeiro, Julio Martínez, Nano Chumbo, Zé Caldas, a los hermanos Joâo y Ricardo Pereira o al mismo Pinto, que el otro día celebraban allí el cumpleaños de Manuel Pedrosa Pereira. Y ahora que hablo de Portugal me viene a la mente nuestro amigo Amandio, que ya nos avisó que en su restaurante de Caminha tenía un arroz de lamprea o un sable del río Miño esperándonos. Viva Portugal.

Nuestra memoria viva

SÓlo falta un mes para que cumpla 101 años Francisco Pérez Pereiro (Paco el de la Belga), al que veo día sí día no en algún café del barrio viejo (Scala, Don Gregorio...) o comprando en la panadería. A Paco se le fue hace poco su compañera de siempre, Aida Cameselle, pero es un tipo duro, resistente, que no pierde las ganas de hablar ni la sonrisa. El domingo saludé en el restaurante del hotel Nagari a Pilar Rodríguez Prada, viuda de Valentín Paz Andrade, que hace algún año que estrenó los 90, tan dulce en el decir como siempre. Y hace poco hablé por teléfono con Elvira Martínez (93 años) y Basilio Ferreiro (96, carné uno del Celta), a los que yo de niño veía pasear del brazo inseparables y ahora sigo viendo igual."Venimos de dar un paseo y no encontramos a nadie de los nuestros que saludar", decían. Claro, no todos son tan resistentes. Hace 15 días sonó en mi teléfono la voz recia de Luis Torras, con sus 100 años. Y tengo una tarjeta reciente escrita con buen pulso por Pilar Sáenz Díez que me corrige amablemente una nota mía anterior y, en vez de quitarse años, se los pone: "No tengo 98 sino 99 y en diciembre, si Dios quiere, serán 100". Son nuestra memoria viva.