Afirma el artículo 1.2 de la Constitución que "la soberanía nacional reside en el pueblo español". Este precepto dejó de estar vigente, de hecho, en mayo de 2010, cuando Berlín/Bruselas/EE UU/China dijeron a Zapatero que la fiesta había acabado, ante el elevado endeudamiento del país y los excesos no corregidos de nuestra burbuja inmobiliaria. Los anuncios de esta semana han sido la última prueba de nuestra soberanía controlada.

Así, sorprende el énfasis de algunos en la "madurez" sindical y el "furor reformista" de Zapatero, tras el "acuerdo" por la reforma de las pensiones. ¡Si no podían hacer otra cosa! Por encima de todo, hay que mantener la calma en los mercados de deuda y contentar a nuestros inspectores: primero vino el presidente del Deutsche Bank, Josef Ackermann y, la semana que viene, vendrá frau Merkel, para comprobar que "hacemos los deberes".

Por otra parte, las exigencias de capital de la ministra Salgado a las entidades financieras (amenazando con la nacionalización de las que no estén saneadas), suponen el tiro de gracia para el modelo de cajas, ante la desconfianza que genera su gestión en los mercados. Pero estos siguen intranquilos: creen que el tiempo dado para sanear balances es largo y que las necesidades de capitalización cuadruplican los 20.000 millones estimados por Salgado. En suma, se atisba un escenario a la irlandesa, donde las recapitalizaciones de las entidades eran estimadas a la baja en relación con el "agujero real" de sus balances… lo que llevó al rescate del país en noviembre.

El gurú Nouriel Roubini ha dicho que somos muy grandes para caer y Sarkozy prometió en Davos defender al euro. El problema es que, se haga lo que se haga, en las conversaciones privadas de los gestores de fondos asocian 2011 con… rescate ibérico.