Galicia es un mundo y los gallegos -como los de Bilbao-- nacemos donde queremos y vivimos donde nos da la gana. Lo que hasta ahora ignorábamos, en nuestra modestia, es que el sol y el universo en su conjunto fuesen también propiedad de dos vecinos de este reino que ahora se disputan tan vastas posesiones en los notarios, los juzgados y los cuartelillos de la Guardia Civil.

El copyright del sol pudiera pertenecer, efectivamente, a la viguesa Ángeles Durán, que hace un par de meses lo escrituró a su nombre ante notario. El astro en funciones de rey llevaba cinco mil millones de años dejado de la mano de Dios y sin dueño que mirase por él, hasta que Durán decidió adjudicárselo. Pero no fue la única.

Molesto por esa apropiación a su juicio indebida, otro gallego -de Oleiros en este caso-- acaba de denunciar ante la Guardia Civil a la supuesta dueña del sol, alegando que es a él a quien pertenece todo el universo y, por tanto, también el sistema solar. Un juzgado de A Coruña al que se remitió el pleito será el encargado de decidir ahora sobre la titularidad de las galaxias. Un delicado asunto sobre el que acaso sea necesario consultar también a los teólogos.

El cosmos fue creado por Dios a partir del caos, o eso dicen al menos algunas de las principales religiones. Fácilmente se deduce de ello que el Ser Supremo debería formar parte de la Sociedad General de Autores en mérito a un trabajo que le llevó una semana entera antes de echarse a descansar el séptimo día.

No hay noticia, sin embargo, de que confesión religiosa alguna haya tenido la cautela de inscribir la Creación a nombre del Todopoderoso en el registro de la propiedad o cuando menos ante notario. La única que hasta ahora puede presentar papeles es una gallega de Vigo y, si acaso, otro paisano de Oleiros al que hay que suponer bien respaldado de documentos para llevar -como ha llevado-- su demanda ante los jueces.

El hecho de que los dos competidores por la propiedad del universo sean un coruñés y una viguesa eleva a rango cósmico la vieja rivalidad entre el norte y el sur de este reino que hasta hace unos años se ventilaba en los derbis Celta-Deportivo. Pero no sólo eso. Más allá de la mera nota de color local, la disputa por el copyright del sol y las galaxias coincide con la azarosa tramitación de una ley sobre derechos de propiedad intelectual en el Congreso.

Nada más oportuno que este pleito entre galaicos por la posesión del cosmos para sentar jurisprudencia sobre ese otro asunto que tiene en un sinvivir al Gobierno, empeñado en dar gusto a los jerarcas de la Sociedad General de Autores que tanto le quieren y a los que tanto debe.

El ministerio del Cine -algo abusivamente llamado de Cultura-- había lanzado ya hace un par de años una campaña contra la copia y difusión de películas por Internet bajo el lema: “Si eres legal, eres legal”; pero ahora ha decidido pasar a los hechos. Apremiada por Estados Unidos, la ministra del ramo pasaba ayer apuros para colar una disposición que -de ser aprobada-- pondrá en manos del poder ejecutivo la facultad de cerrar aquellas webs de descarga que el propio Gobierno considere incursas en delito de piratería. Todo ello sin necesidad de acudir a los jueces o de reclamar sus derechos por vía notarial, como han hecho, mucho más juiciosamente, los dos gallegos que pleitean por los derechos de propiedad del sol.

Habrá que esperar al desenlace del litigio que enfrenta a una viguesa con un coruñés para ver en qué acaba todo esto. Si finalmente consiguiesen piratearle al Supremo Hacedor los derechos de autor -y aun los de propiedad-- del universo, la decisión judicial afectaría sin duda a la más módica copia de películas y canciones. Y a la inversa, si los jueces fallasen en contra. Lo único cierto es que, gane el de Oleiros o la de Vigo, un gallego mandará en las galaxias. Como si fuéramos de Bilbao.

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