La noticia de que se expone al público el manuscrito en el que Einstein presentó la Teoría de la Relatividad General (RG 1915) ha gozado de amplia difusión (F. de V. 8/03/2010) Sucede empero que no pocos físicos y bastantes matemáticos tienen fundamentadas dudas de que sea el verdadero padre tanto de la RG como de Relatividad Especial/Restringida (RE 1905). No voy a explicar de nuevo los fundamentos de esas y otras sospechas hasta el punto que, verbigracia, Cohen-Tannoudji, Premio Nobel de Física, ha dicho: "Henri Poincaré fue el primero que descubrió, en 1900, la equivalencia entre masa y energía". Descubrimiento que como tantos otros algunos atribuyen erróneamente a Einstein.

Si me atengo al texto de la noticia de F. de V. arriba mencionada --"El manuscrito original en el que Einstein enunció la Teoría de la Relatividad General se muestra al público por primera vez en una exposición"-- no tengo problema en suscribirlo siempre y cuando quede claro que, antes que Einstein, la RG fue formalizada por David Hilbert, también en 1915, de forma más completa, elegante y robusta, entre otras razones técnicas por el atinado uso del teorema, sin publicar por entonces, de Emmy Noether, matemática alemana, de religión judía. A la cual, dicho sea de paso, no concedían la habilitación para enseñar matemáticas por ser mujer. En su defensa Hilbert se enfrentó con todo el estamento universitario: "¿Porqué vamos a discriminar por géneros y no admitir mujeres profesores de matemáticas? Ustedes confunden la universidad con los lavabos de caballeros"

Lo cierto es que la falta de generalidad de la RE, llevó a Einstein a emprender una investigación --bajo la supervisión matemática de su amigo Marcel Grossmann-- que cristalizó en varios artículos sin gran alcance. El más importante fue el de 1911 en el que preveía la desviación de los rayos luminosos en la proximidad de un cuerpo masivo. Como de costumbre en él, Einstein se guardó bien de decir que estas predicciones ya las había hecho Soldner, astrónomo del siglo XIX. En 1914 Einstein publicó otro artículo que Levi-Cita encontró carente de rigor matemático. Einstein se dirigió entonces a Hilbert, uno de los mejores matemáticos de la época y catedrático en Göttingen, corazón de las matemáticas mundiales junto con l´École Normale Supérieure de Paris y Cambridge. Durante una semana, junio 1915, Hilbert albergó a Einstein en su casa, le corrigió los errores del artículo de 1914 y lo instruyó en la utilización pertinente de las matemáticas que necesitaba. A partir de ahí se estableció una correspondencia entre ambos. Einstein, o quien fuera, destruyó las cartas recibidas de Hilbert. Ahora bien, como se conservan las cartas que Hilbert recibió de Einstein sabemos el contenido de la correspondencia: Hilbert informaba a Einstein de sus resultados y le marcaba la buena vía. El 20 de noviembre Hilbert sometía su artículo para publicación y Einstein el 25 del mismo mes. El artículo de Einstein fue publicado antes al sufrir el de Hilbert numerosos problemas de galeradas pues incluso le arrancaron una parte crucial de las primeras pruebas. No obstante, lo más sorprendente, desagradable, mezquino, es que Einstein ni siquiera citó a Hilbert en su artículo. Y no es ello una simple falta de fair play científico, que también, sino la manifestación reiterada del enfermizo instinto predatorio y plagiario de Einstein que ya había perpetrado semejante olvido con Poincaré en su artículo de 1905 respecto a la RE.

A estas alturas, la efigie de Einstein se ha cuarteado como genitor absoluto de la Teoría de la Relatividad. No obstante, para intentar compensar la creciente desconfianza sus hagiógrafos han desplazado los focos del entusiasmo, que ahora ya no iluminan fundamentalmente los artículos relativistas sino el artículo de 1905 concerniente al efecto fotoeléctrico, intentándolo hacer pasar por uno de los artículos fundadores de la física cuántica. Y esto sí que es un verdadero disparate toda vez que Einstein no comprendió nada de nada de física cuántica, empecinado en su obsesiva cantinela, que repetía como un boxeador sonado, "Dios no juega a los dados, Dios no juega a los dados". Hasta que Niels Bohr, después de ponerlo contra las cuerdas y tumbarlo varias veces sobre la lona, le contestó muy cabreado: "Déjate de decirle a Dios lo que debe hacer".