¿ Puede solucionarse una grave crisis financiera internacional con remedios caseros ?. Parece tan improbable como curar un cáncer con un ponche caliente, pero la oposición ha convocado con carácter de urgencia al jefe del gobierno para que acuda al parlamento a explicar que medidas piensa adoptar al respecto. En cualquier caso, serán pocas y de dudosa eficacia. De una parte, la política monetaria europea se dirige desde Bruselas y de otra, la posibilidad de influir en el cambio de rumbo de una economía globalizada que pueda tener un país de tipo medio, como el nuestro, es casi irrelevante. Vamos todos arrastrados por esa poderosa corriente y sólo se salvarán los que sepan mantener la cabeza fuera del agua y nadar hasta la orilla. Además, ya sabemos por anticipado cuales serán las propuestas. La derecha, tanto el PP como los nacionalistas, se manifestarán a favor de una bajada de impuestos (fundamentalmente a las empresas), contención salarial, aumento de la productividad (más horas de trabajo a menor precio), y recorte del gasto público. La socialdemocracia y compañeros mártires propugnarán algo parecido aunque poniendo el acento en mantener el poder adquisitivo de las pensiones e incrementar la obra pública a fin de compensar la caída de actividad en la construcción. Todo ello a grandes rasgos, aunque también habrá iniciativas, más o menos ingeniosas, sobre reconversión laboral e incentivos al empleo. Ni que decir tiene que, perfectamente inútiles. Respecto de la política de vivienda, que junto con el turismo y la piratería financiera, ha sido uno de los ejes del peculiar desarrollo económico español de estos últimos años, mejor será no hacer nada. Sobre todo después de los ridículos resultados de aquella innovadora Agencia Nacional de Alquiler que puso en marcha el señor Zapatero durante la anterior legislatura. De momento, hay que dejar que el frenesí inmobiliario se contenga (en España se construían al año más viviendas que en Alemania, Francia y Gran Bretaña juntas); que las viviendas bajen de precio (estaban sobrevaloradas en un 30% como mínimo, según el Banco de España); y que se rompa definitivamente la mafiosa relación entre ordenación urbanística, constructores, ayuntamientos y cajas de los partidos políticos, que ha terminado por destrozar casi toda la costa y la fisonomía urbana de pueblos y ciudades. Lo malo del asunto es que en esa rueda infernal han quedado enganchadas millones de personas que ven incrementado cada poco tiempo el precio de sus hipotecas, además de la extensa industria auxiliar de la construcción, en su mayoría pequeña y mediana empresa. Lo otro, es decir la crisis financiera internacional causada por la desregulación de los mercados, los créditos basura sin respaldo de reservas, las empresas de potencia ficticia (Enron) las auditoras mentirosas (Arthur Andersen) y la especulación sobre unas decrecientes reservas de petróleo, puede quedar para otro día. Por cierto, ayer el barril de crudo alcanzó el precio de 135 dólares. Y hay quien pronostica que llegará hasta los 200. Desde el año 2001 el precio ha subido un 400%.