Estados Unidos informó ayer a Turquía de que pondrá fin a su suministro de armas a las milicias kurdas sirias (YPG, Unidades de Protección Popular), las grandes aliadas del Gobierno de Washington en el escenario bélico del país, que ahora son el objetivo de una campaña militar del Ejército turco para despejar la frontera siria de presencia kurda. El anuncio se hizo cuando la ofensiva terrestre y aérea turca contra la región de Afrin (noroeste), controlada por los kurdos, ha entrado en su segunda semana.

La agencia de noticias estatal turca Anatolia confirmó ayer que el consejero de Seguridad Nacional de EE UU, general H. R. McMaster, confirmó el viernes a Ibrahim Kalin, portavoz del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, el cese del suministro.

La ofensiva turca contra las YPG en Afrin ha abierto un nuevo frente en la guerra civil siria y también ha tensado más las relaciones entre EE UU y Turquía, aliados en la OTAN, pero distanciados desde el fallido golpe de Estado turco de 2015. Además, mientras EE UU apoya a los kurdos, Turquía apoya a los rebeldes sirios árabes del ELS pero además está alineada cada vez más íntimamente con Rusia, principal sostén del oficialismo del dictador Asad.

Determinación

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, afirmó ayer que su gobierno está determinado a "aplastar como una apisonadora" toda amenaza contra Turquía, lo que se interpreta como una firme determinación de limpiar de presencia militar kurda toda su frontera con Siria.

Entre tanto, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, decidió enviar a su emisario para Siria, Staffan de Mistura, a la ronda de diálogo organizada por Moscú en Sochi (Rusia) la semana que viene. Este diálogo, boicoteado por la oposición siria, corre en paralelo a las paralizadas conversaciones de paz de Ginebra, organizadas por Naciones Unidas.