El presidente de Francia, Emmanuel Macron, invitó ayer al dimitido primer ministro libanés, Saad Hariri, y a su familia a viajar a Francia, en plena polémica por la inesperada y misteriosa renuncia del político suní y por la supuesta responsabilidad de Arabia Saudí en la misma. La invitación ha sido interpretada como una concesión de asilo, aunque para evitar interferir en el proceso político libanés y en los equilibrios de Oriente Medio, París negó que se pueda hablar de exilio. Fuentes de la presidencia gala informaron al canal BFMTV que Hariri y su familia llegarán a París "en los próximos días" y permanecerán en Francia "algunos días", aunque no precisaron cuántos.

Macron recibió ayer en París al ministro de Exteriores libanés, Greban Bassil. Con posterioridad a esta cita, la presidencia francesa informó de que la invitación se ha cursado "después de hablar con el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman" y con el propio Hariri.

Horas más tarde, desde Bonn (Alemania), donde se reunió con la canciller Merkel, Macron matizó que no se trata de una oferta de exilio político para Hariri. El presidente francés insistió en su defensa de un Líbano "estable" y "fuerte" y pidió respeto a su integridad territorial: "Necesitamos líderes que sean libres para tomar sus propias decisiones y hablar con libertad". El diario parisino "Le Figaro" titulaba anoche en su edición digital: "Macron logra la salida de Hariri de Arabia Saudí".

La invitación de Macron se produjo en una jornada en la que el presidente del Líbano, el maronita Michel Aoun, acusó a Arabia Saudí de ser "hostil" con su país al mantener "detenido" en Riad a Hariri. "No hay nada que justifique que Hariri no vuelva después de doce días. Así que lo consideramos detenido y retenido, lo que está en contra de la convención de Viena y de los derechos humanos", manifestó Aoun.

Hariri, que el martes aseguró que antes de hoy, jueves, regresaría a Líbano repitió, entre tanto, que está bien.