La primera reunión del G-7 con Donald Trump concluyó ayer en la ciudad italiana de Taormina sin fractura, pero con una división manifiesta entre el nuevo presidente de EE UU y sus seis socios, que tuvieron que hacer frente común para que el cónclave no quedara completamente diluido por efecto del aislacionismo que el magnate propugna.

El balance lo pintó sin tapujos la canciller alemana, Angela Merkel, que, aunque ciñéndose solo al "sí" que se buscaba arrancar a Trump sobre la aplicación del Acuerdo del Clima de París, sentenció que la reunión había sido "muy difícil y muy insatisfactoria".

Trump anunció en Twitter que su decisión final sobre este punto la tomará la próxima semana. Y por la misma vía, y para compensar su negativa a dar su brazo a torcer en la cuestión medioambiental, auguró que la OTAN será en el futuro "mucho más fuerte" porque "muchos países han acordado aumentar considerablemente los pagos, como deberían. El dinero está empezando a llegar a raudales".

Trump exigió a sus aliados el jueves que paguen "lo que deben", es decir, que lleven su gasto en Defensa hasta el 2% de su PIB. Pero de la cumbre aliada de ese día no salió ningún acuerdo para que el compromiso de invertir ese monto, adquirido en 2014 con Barack Obama, y que tienen de plazo hasta 2024 para cumplir, se acelere.

En Taormina se vio a un Trump que solo coincidió plenamente con sus socios en el capítulo antiterrorista y, con matices, en el de las relaciones con Rusia. En la declaración final de la cumbre -que el viernes nadie daba por segura, tales eran las diferencias-, los líderes del G-7 proclamaron: "Estamos preparados para tomar mayores medidas restrictivas y aumentar los costes para Rusia si sus acciones así lo requieren". Es decir, que las sanciones económicas seguirán y se endurecerán si no acata el Acuerdo de Minsk para pacificar Ucrania.

Se alcanzó también un consenso, aunque algo descafeinado, en lo tocante al comercio mundial. Alemania, Francia, Reino Unido, Japón, Canadá e Italia ambicionaban emitir una declaración contra el proteccionismo, lo que, dadas las posturas aislacionistas de Trump, se antojaba difícil. Lo consiguieron a medias y después de discusiones. El magnate aceptó un "compromiso para mantener los mercados abiertos", pero impuso el rechazo a las "prácticas comerciales injustas".

Se alcanzó un acuerdo para conjugar la defensa de los Derechos Humanos y el reconocimiento del "derecho soberano" de cada Estado a defender sus fronteras. Pero puntualizando la pertinencia de distinguir entre "inmigrantes" y "refugiados".

Al finalizar la cumbre, las fuerzas de seguridad italianas tuvieron que emplear gases lacrimógenos para disolver una manifestación de extrema izquierda.