La Unión Europea celebró ayer en la capital italiana el sexagésimo aniversario de la firma del Tratado de Roma por Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo en 1957. Y lo hizo a 27 -con la ausencia del Reino Unido, que este miércoles pondrá en marcha el "Brexit"- y anunciando, en una declaración institucional firmada por todos los mandatarios presentes, que seguirá adelante pero lo hará a varias velocidades para que ningún país se vea obligado a avanzar más de lo que quiera ni impida hacerlo al resto de sus socios.

"Actuaremos juntos, a distintos ritmos y con distinta intensidad cuando sea necesario, mientras avanzamos en la misma dirección, como hemos hecho en el pasado, de conformidad con los Tratados y manteniendo la puerta abierta a quienes quieran unirse más adelante. Nuestra Unión es indivisa e indivisible", subraya el texto de la Declaración de Roma.

El solemne documento también fue firmado por los presidentes del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk; de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, y de la Eurocámara, el italiano Antonio Tajani. La declaración conjunta menciona los "retos sin precedentes" que afrontan los 27, incluidos los "conflictos regionales, el terrorismo, las presiones migratorias crecientes, el proteccionismo y las desigualdades sociales y económicas".

El avance a varias velocidades, mediante las llamadas cooperaciones reforzadas, está lejos de causar satisfacción entre todos los socios, especialmente en los países excomunistas que ingresaron en la UE en 2004, como Polonia, cuya primera ministra, la ultra Beata Szydlo, solo se avino hace pocos días a firmar el texto. Tanto Szydlo como el primer ministro griego, Alexis Tsipras, reticente a la firma en protesta por la dura tutela comunitaria sobre la economía griega, firmaron entre bromas y gestos expresivos.

El presidente Tusk, a cuya renovación como presidente del Consejo se opuso con fuerza Szydlo hace dos semanas, advirtió a los descontentos que "no basta con apelar a la unidad" y protestar por los avances a distintas velocidades. Además, dijo, es imperativo un compromiso común de respeto y protección de los valores y libertades fundamentales que sostienen la UE. Una clara advertencia al Gobierno de su país y al de Hungría, algunas de cuyas disposiciones legales se consideran vulneradoras de principios fundamentales comunitarios.

Tras la ceremonia, celebrada en el Campidoglio (sede del Ayuntamiento romano) y en una ciudad blindada por temor a un atentado terrorista, la canciller alemana, Angela Merkel, confirmó que los socios de la UE se han comprometido "a trabajar juntos, a veces a distintas velocidades, pero siempre unidos". Merkel refirió que los dirigentes de la UE hablaron en la cumbre de avanzar en la firma de acuerdos con terceros países para atajar la inmigración ilegal, aunque no hizo más precisiones.

La canciller concedió que, por exceso de confianza, ha habido "permisividad" en la entrada de personas ajenas a la Unión, "sin haber pensado al mismo tiempo en la protección de las fronteras exteriores". Protagonista en 2015 de una política de puertas abiertas que llevó a Alemania a un millón de refugiados, Merkel lo ha pagado con un debilitamiento de su posición en los sondeos para las elecciones germanas de septiembre. En muchos de ellos, es superada por el socialdemócrata Martin Schultz, quien promete un giro a la izquierda. "Tampoco hemos hecho que la moneda común esté, por así decir, a prueba de los elementos", dijo Merkel en relación con la crisis del euro. "A todo eso ahora le hemos dado un empujón y lo haremos. Por eso creo que es un buen día para Europa", concluyó.