Anis Amri, el tunecino considerado el principal sospechoso del atentado del lunes en Berlín, fue abatido a tiros ayer en Milán, en las inmediaciones de una estación de ferrocarril, durante un control policial rutinario. El Gobierno alemán, sin embargo, no baja la guardia y mantiene abierta la investigación para saber si el terrorista contó con "colaboradores o cómplices", dijo el fiscal general, Peter Frank.

Con esa investigación se intenta determinar también si el arma que empleó Amri en el tiroteo con dos policías italianos que concluyó con su muerte es la misma que usó para asesinar al conductor del camión con el que mató a doce personas, arrollándolas, en un mercadillo navideño del centro de Berlín.

Las autoridades germanas también quieren investigar en profundidad la ruta de escape que siguió Amri, que, según medios italianos, discurrió a través de media Alemania, Francia y el norte de Italia. El tunecino fue abatido precisamente en el país al que llegó en 2011, tras la caída del régimen de Ben Alí en su país, y en el que pasó cuatro años encarcelado por intentar prender fuego al centro pata refugiados en el que fue internado.

El tiroteo en el que murió el terrorista se produjo a las tres de la madrugada de ayer en el barrio milanés de Sesto San Giovanni. La patrulla formada por los agentes Cristian Novio, de 36 años, y Luca Scatà, de 29, pidió la documentación al tunecino, que al ir a sacarla de la mochila extrajo una pistola, abrió fuego e hirió a Novio. Este, empero, también disparó e hirió a Amri, que se refugió detrás de un coche. Scatà, un agente aún a prueba, fue tras él y lo mató de un tiro en el costado.

Amri había jurado fidelidad al Estado Islámico, según un vídeo difundido ayer por la agencia Amaq, afín al grupo yihadista, en el que el tunecino se conjura para matar a los "cerdos cruzados".

En Berlín, entre tanto, la canciller, Angela Merkel, se mostró favorable a aumentar y agilizar las deportaciones en una conversación con el presidente tunecino, Beji Caid Essebsi.