La comunidad internacional quedó conmocionada ayer al difundirse la noticia de que un atentado suicida perpetrado el sábado por la noche contra una boda kurda en la ciudad de Gaziantep -sureste de Turquía, cerca de la frontera siria- se saldó con la muerte de al menos 51 personas y con heridas para un centenar. La conmoción subió varios grados cuando el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, aseguró que el autor de la masacre, que atribuyó al Estado Islámico (EI), fue un niño de 12 o 14 años "que se hizo detonar o fue detonado".

Por su violencia, el objetivo elegido y el saldo de víctimas civiles, el atentado recuerda a los cometidos por el EI en la población de Suruç -en julio de 2015, contra una asamblea de la izquierda kurda- y en Ankara, en octubre pasado, contra una marcha sindical a favor de la paz en las regiones kurdas.

Erdogan aprovechó la noticia del atentado para recrearse en una de las líneas argumentales en las que sustenta las ingentes purgas que está perpetrando desde el fallido golpe de Estado del 15 de julio. "Para nosotros no cambia nada de dónde procede el terror", subrayó el líder islamista, para quien no hay diferencias entre el EI, los secesionistas kurdos del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y los seguidores del predicador Fethullah Gülen, su antiguo aliado, a quien atribuye la responsabilidad de la fracasada asonada militar.

"Puede ser el terror de la FETÖ (la cofradía gülenista), del PKK, del Daesh (acrónimo árabe del EI) o del PYD-YPG" (las milicias kurdas que operan en Siria en colaboración con EE UU y en lucha con el EI). "Para nosotros, son todas organizaciones terroristas", insistió el presidente turco, quien acelera cada día que pasa su deriva autoritaria.

El partido de la izquierda prokurda HDP, tercero del Parlamento de Turquía, confirmó ayer de madrugada que los novios que celebraban su enlace cuando fue perpetrado el ataque eran miembros de esa formación política, que ha sido blanco de varios ataques del EI durante el último año.

El presidente ruso, Vladimir Putin, quien tras el golpe ha iniciado una aproximación a Turquía que, por el momento, lleva el viento a favor, "subrayó su disposición a reforzar en toda medida la cooperación antiterrorista con los socios turcos en el marco de los acuerdos alcanzados recientemente en San Petersburgo".

Mientras, en Irak, que junto a Siria es el principal feudo del EI, se dio la alarma este fin de semana sobre la retención por el grupo yihadista de unos 70.000 civiles en Al Qayara, al sur de Mosul. Se teme que los civiles sean utilizados como escudos humanos por los yihadistas ante la inminente ofensiva de las fuerzas iraquíes, que ya han cercado la ciudad, cuya toma se considera un paso previo a la siempre aplazada ofensiva contra Mosul, la segunda capital del EI, tras la siria Raqqa.

Pocos habitantes han conseguido huir de la localidad, y los que superan sus límites no tienen garantizado sobrevivir. Algunos ciudadanos que consiguieron escapar de los francotiradores, han fallecido a causa del estallido de minas y otros artefactos explosivos plantados por el EI en las afueras de la población.