Los numerosos puntos desconocidos de la trayectoria reciente del atacante del tren entre Ámsterdam y París y sus posibles complicidades centran la atención de los investigadores, ante los que Ayoub el Kahzzani se presenta como un marginal sin ánimo terrorista que solo quería robar para comer.

El marroquí Kahzzani, que ayer siguió siendo interrogado, negó los viajes a Siria y Turquía que, según las fuerzas de seguridad españolas, hizo en los dos últimos años y que le darían un perfil de yihadista, congruente con su ataque del viernes en el tren Thalys. Solo reconoció haber estado en los últimos seis meses en Francia (sin precisar dónde ni cuándo), Austria, Andorra, Bélgica y Alemania.

Según su versión, en Bruselas era un "sin techo" que dormía en los parques y le robaron sus papeles. El uso fraudulento de esos documentos explicaría que los servicios secretos tuvieran indicios de que en mayo había viajado a Turquía, primera etapa para muchos yihadistas internacionales para llegar a Siria. El Kahzzani también ha pretendido convencer a los agentes de que las armas que se le requisaron (un kalashnikov con nueve cargadores llenos, una pistola automática y un cuchillo) se las encontró de forma fortuita cerca de la estación bruselense de Midi, donde subió al tren con la intención de "cometer un atraco para comer".

A quienes no convencen esos argumentos es a los tres jóvenes estadounidenses (dos de ellos militares) que junto a otros pasajeros redujeron al atacante en el tren, como dejaron claro en una conferencia de prensa ayer en la Embajada de Estados Unidos en París.

Spencer Stone, el militar herido de arma blanca en la cabeza y en la mano por el terrorista cuando ambos forcejeaban, explicó que él y su amigo Alek Skarlatos se abalanzaron sobre el atacante cuando lo vieron entrar en el vagón con el fusil en bandolera, que se le encasquilló.

"Tenía mucha munición, sus intenciones estaban claras", aseguró Skarlatos. Si el arma no se hubiera atascado, "habría podido vaciar los nueve cargadores y probablemente no estaríamos aquí", añadió.

Los investigadores tienen claro que vivió siete años en Madrid y Algeciras, hasta 2014, y que en 2015 residió en Bélgica. París no hizo ninguna alusión a las informaciones de España de que se había instalado en Francia y de que viajó a Siria, donde combatió. El perfil de yihadista peligroso que le pasó el CNI le sirvió al vecino país para ficharlo.

Detenido tres veces en España por narcotráfico, el terrorista marroquí se radicalizó cuando estuvo en prisión, de donde salió plenamente adoctrinado y en disposición de incorporarse a la yihad. También fue condenado a trabajos para la comunidad por un delito de seguridad vial.

Nacido en Tetuán, vivió con su familia en la populosa barriada de El Saladillo, en Algeciras, donde sus padres, que se dedican a la venta de chatarra, aún residen.