La Policía macedonia hizo retroceder ayer con gases lacrimógenos a los miles de inmigrantes y refugiados que intentaban entrar a través de la línea divisoria con Grecia tras pasar una noche en tierra de nadie debido al decreto de emergencia que suponía el cierre efectivo de la frontera. Allí han llegado diariamente entre 1.500 y 2.000 personas en las últimas semanas, diez veces más que el número habitual previo al verano.

Ante esta avalancha humana, Alemania amenazó con reintroducir controles fronterizos en respuesta a la presión migratoria. Bruselas advirtió que hay que cumplir las normas del espacio europeo. Mientras, París y Berlín preparan propuestas a sus socios de la Unión sobre la inmigración.

Más al Norte, los inmigrantes de Calais buscan nuevas rutas para llegar a Reino Unido tras el refuerzo de la seguridad francesa. Por otra parte, alrededor de 3.000 refugiados llegaron ayer al puerto del Pireo, en Atenas, a bordo de dos embarcaciones.