Estados Unidos exigió ayer al presidente ruso, Vladimir Putin, que desista de "todos sus esfuerzos por desestabilizar Ucrania", advirtiéndole de que, en caso contrario, deberá hacer frente a nuevas "consecuencias". "Si Rusia se mueve hacia el este de Ucrania, ya sea abiertamente o de forma encubierta, esto sería una escalada muy grave (de las tensiones)", dijo el portavoz de la Casa Blanca.

Jay Carney no ocultó la preocupación de Washington por lo ocurrido el domingo en Ucrania. "Vimos cómo grupos de manifestantes prorrusos tomaban edificios del Gobierno en las ciudades orientales de Jarkov, Donetsk y Lugansk, y hay pruebas que sugieren que algunos fueron pagados y no eran residentes locales. Y creo que esto sugiere que las fuerzas externas, y no las fuerzas locales, estaban participando en un esfuerzo por crear estas provocaciones", aseguró.

Sin embargo, Moscú exigió a Kiev que deje de responsabilizar a Rusia por la crisis ucraniana. "Ya es hora de dejar de apuntar a Rusia como responsable de todas las desgracias que atraviesa hoy Ucrania. El pueblo ucraniano quiere escuchar de Kiev respuestas claras a todas las preguntas", señaló el Ministerio de Exteriores en un comunicado. Y añadió que si Kiev sigue con su "actitud irresponsable, Ucrania tropezará inminentemente con nuevas dificultades".

Según Rusia, si el diálogo entre Moscú, Kiev y Bruselas acerca de las consecuencias de la asociación ucraniana con la UE hubiera tenido lugar entre el otoño de 2013 y enero de este año, "es probable que se hubiera podido evitar el caos de hoy".