Un año después del secuestro a manos de piratas somalíes, el atunero vasco “Playa de Bakio” , en donde en la actualidad faenan de nuevo marineros gallegos -”ocho o nueve”, explica su capitán actual Manuel Otero, vigués-, el barco navegaba ayer tarde a 50 millas de las Sheychelles, con la tripulación consciente aún del peligro de aquellas aguas, pero intentando, como reconoce su primer oficial Ignacio Abal González, “no pensar mucho en todo aquello”. Algo que parece “inevitable, sobre todo cuando toca guardia, como a mí me ocurre de 1 a 6 horas de la madrugada”.

-Ha pasado ya un año del secuestro. Con la perspectiva que da el tiempo transcurrido desde entonces, ¿cómo recuerda aquellos seis días de infarto, sobre todo ahora que vuelve a navegar por aquellas aguas?

-Sí, ha pasado tiempo, pero lo cierto es que aún no me gusta pensar en todo aquello.

-¿Es miedo la primera palabra que asalta a su cabeza cuando piensa en todo lo ocurrido entonces?

-Más que miedo, yo hablaría de tensión. Mira, te contaré un ejemplo. Yo no tomo aspirinas. Es más, a mí nunca me duele la cabeza y, durante los seis días de secuestro, me tomé una caja de analgésicos casi entera. Lo que sí recuerdo bien de todo aquello fue aquellos fuertes dolores de cabeza que sufrí.

-¿Y cómo lo lleva la familia en la distancia?

-Pues te imaginas. Mi novia, a la que aprovecho para saludar desde estas líneas, está embarazada de seis meses. Lo viven todos con angustia y con preocupación. Hace un mes estuvieron persiguiendo [los piratas somalíes] a un barco de esta casa. Tú intentas mitigar los efectos de lo que ocurre para que no sufran. Les dices a menudo que no es para tanto. Que no estás en las aguas más peligrosas. A veces es verdad y otras no lo es.

-Vamos, que recurre a las mentiras piadosas...

-Claro. Llevo 22 años en el mar y estas aguas, que antes eran tranquilas, ahora no lo son tanto. Si hay riesgo de que disparen al puente...

-Lo expeditivos que se han mostrado con los piratas los militares estadounidenses y franceses añade más tensión, ¿no cree?

-Sin duda.

-Ustedes ayer tuvieron oportunidad de analizar la situación en Sheychelles con militares españoles del petrolero de flota “Marqués de la Ensenada”. ¿Cuáles son las normas básicas que les recomendaron seguir?

-Debemos medir en todo el momento el riesgo. ¿Normas básicas? Tenemos que llevar las luces apagadas y no debemos navegar a menos de 14 nudos (14 millas náuticas a la hora).

-¿Y pueden llevarlas a efecto?¿Con algo aparentemente tan simple garantizarían su seguridad?

-¡Qué va! Nuestro máximo de velocidad es de 13 millas por hora. Ellos llevan planeadoras. Nos alcanzarían seguro.

-Confían entonces en la vigilancia y el control que ejercen los militares. ¿La operación europea “Atalanta” es suficiente?

-Estamos igual de inseguros. El índico es enorme.

-¿Lo cree así? En caso de que tuviesen algún percance, ¿en cuánto tiempo podrían llegar los militares?

-Es muy difícil decirlo. Todo depende de dónde estuviéramos exactamente. Por ejemplo, en el caso de un incidente ocurrido a un barco peruano, ellos llamaron a los militares, pero no se libraron de que los piratas estuviesen dos horas persiguiéndoles. No es coger el teléfono y, ¡zas!, en breve se ponen [los militares] allá donde estés.

-¿Y cómo les está afectando la inseguridad en la zona a su actividad profesional?

-Bastante. Cuando se habla de atún, está claro que si evitamos faenar en las proximidades de Somalia y Sheychelles, eso siempre repercutirá en nuestras ganancias.

-¿Y han podido cifrar las pérdidas que esta situación de peligro les ocasionan?

-Puede que dejemos de pescar de 1.600 a 2.000 toneladas [de producto] al año. Eso se nota en las nóminas que percibimos. Pueden haber bajado de un 30 a un 40 por ciento.