El demócrata Barack Obama se convirtió ayer en el primer presidente afroamericano de Estados Unidos, pero también es el primer candidato en ganar las elecciones con un "landslide", una mayoría abrumadora en la jerga electoral estadounidense, desde 1996. Además, los demócratas ampliaron su mayoría en ambas cámaras del Congreso y reforzaron la hegemonía necesaria para impulsar propuestas como un segundo plan de estímulo económico y un calendario para la retirada de las tropas de Irak. Una victoria que provocó una oleada de expectación en todo el mundo ante los cambios en la política norteamericana que prometió Obama durante la campaña.

En las elecciones presidenciales del martes, los estadounidenses no sólo eligieron al próximo presidente, sino que además estaba en juego la renovación de los 435 escaños de la Cámara de Representantes y un tercio (35 de 100 escaños) del Senado, además de 11 gobernadores en diferentes estados. En este sentido, Barack Obama no sólo puede estar orgulloso de haber arrollado a John McCain, sino que además puede decir que lo ha hecho con un amplio margen de ventaja: seis millones de votos y más del doble de delegados que su rival.

Victoria por goleada

Unos 153 millones de ciudadanos, es decir un 75% del censo elegible estaban registrados para ejercer su derecho al voto el pasado 4 de noviembre. De ellos, un 53% (62.956.577 votos) eligieron al senador demócrata por Illinois como próximo inquilino de la Casa Blanca, mientras que un 47% (55.763.830 votos) optaron por su rival republicano, el senador por Arizona John McCain. En total, una diferencia de algo más de 7 millones de votos en unas elecciones en las que ha participado un 64,1% de los electores, la participación más alta desde 1908 cuando fue elegido el republicano William Howard Taft.

Sin embargo, por número de delegados, la victoria de Obama es mucho más visible. El demócrata logró 353 delegados (para la victoria eran necesarios 270) frente a los 163 que logró el republicano McCain. Este hecho se explica por la victoria de Obama en Estados de gran peso en el reparto de delegados, como California (55 delegados), Florida (27 delegados) o Nueva York (31 delegados); de nada le ha servido al candidato republicano haberse hecho fuerte en los Estados del medio Oeste y el Sur norteamericano, donde sólo Texas (34 delegados) o Georgia (15 delegados) tienen cierto peso.

Así, Obama ganó en 28 Estados, además de en feudos tradicionalmente demócratas de ambas costas (Nueva Jersey, Nueva York, California, Oregón o Washington) en Estados que en 2004 se decantaron por el voto hacia el ahora presidente saliente, George W.Bush, como Iowa, Colorado, Nueva México y Nevada.

Especialmente importante fue la victoria en Virginia, un Estado en el que los electores no votaban demócrata desde 1964. En general, las cifras de apoyo al senador demócrata han sido contundentes, por encima del 60 por ciento en algunos Estados.

Mayoría demócrata

En cuanto a las elecciones legislativas, el ´efecto Obama´ logró darle un impulso a los demócratas, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado. En número de senadores, los demócratas consiguieron aumentar su ventaja sobre los republicanos, pasando de 49 a 54 asientos en la Cámara Alta (más dos senadores independientes, en total, 56 escaños), mientras que los republicanos pierden 9 senadores y se conformarán con 40 escaños. Se desempata así la situación que se producía hasta ahora en el Senado, aunque los demócratas se quedan a pocos escaños de conseguir esa ´supermayoría´ de 60 senadores que impediría el bloqueo republicano de las iniciativas venidas del Congreso.

En la Cámara de Representantes, los demócratas lograron ampliar sus asientos actuales en 17, desde los 235 a los 252 congresistas, mientras que los republicanos pierden fuerza y pasan de los 199 asientos a 172. Según asesores demócratas consultados por la agencia Reuters, en caso de no lograr los 60 escaños en el Senado para poder aprobar cómodamente cualquier proyecto que llegara a las Cámaras estadounidenses, se cuenta con la colaboración de los republicanos, porque "tienen que darse cuenta que la vieja política de bloquear todo ya no volverá a funcionar para ellos". De los 11 gobernadores que estaban en juego, sólo el de Misuri pasará a manos republicanas.

Por otra parte, en el Estado de Minesota las autoridades ordenaron un nuevo escrutinio, que comenzará a mediados de mes, ante el mínimo margen de ventaja que mantiene el republicano Norm Coleman frente al demócrata Al Franken, un reconocido comediante y ex presentador de radio. El nuevo escrutinio podría prolongarse hasta diciembre.

En Alaska, el republicano Ted Stevens afronta una lucha cuesta arriba frente al demócrata Mark Begich, tras ser condenado la semana pasada por un caso de corrupción.

Biden deja el Senado

Entre los ganadores figuran el senador de Delaware, Joe Biden, que, sin embargo, tendrá que ser reemplazado por el gobernador de su Estado al haber ganado la Vicepresidencia del país.

Pese a que los demócratas derrotaron a la senadora republicana Elizabeth Dole, en Carolina del Norte, y al republicano John Sununu, en Nuevo Hampshire, además de ganar en Virginia, Nuevo México y Colorado, aún no lograron la "cifra mágica" de 60 escaños para alzarse con una "super mayoría" en la Cámara Alta. El líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid, calificó la victoria de su partido como "un mandato histórico, no para un partido o ideología en particular sino para superar las divisiones y lograr cosas". Agregó que los republicanos torpedearon la votación de proyectos en 94 ocasiones en los últimos dos años y que, ahora, harían bien en seguir el ejemplo del candidato John McCain, quien al reconocer su derrota, prometió trabajar con los demócratas.

Con la derrota del republicano Chris Shays, en Connecticut, los demócratas ganaron todos los puestos en liza en el noreste del país, y consiguieron el control de todos los escaños de Nueva York en la Cámara Baja por primera vez en 35 años.