La Policía afgana y los soldados están llevando a cabo redadas por toda la ciudad de Kandahar y las autoridades han ordenado que los lugareños no salgan de sus casas.

Según una fuente oficial que prefirió guardar el anonimato, al menos 20 de los fugitivos han sido ya detenidos por la Policía afgana.

Unos 80 insurgentes asaltaron anoche la cárcel principal de Kandahar, uno de los bastiones de los talibanes.

Los rebeldes hicieron chocar un camión bomba contra la entrada principal de la prisión y penetraron en el complejo para liberar a los presos, explicó a Efe el viceministro afgano de Justicia, Mohammad Qasim Hashimzai.

"Había unos mil prisioneros en esa cárcel. La mayoría de ellos han escapado", señaló.

Además, durante el asalto talibán al centro penitenciario se iniciaron tiroteos que acabaron con la vida de nueve policías, siete prisioneros y un civil, según el jefe del consejo provincial de Kandahar, Ahmad Wali Karzai.

Una fuente policial cifró en 890 el número de prisioneros que lograron escapar, entre ellos unos 350 insurgentes.

Las tropas internacionales y afganas ya se han lanzado una operación en la zona para arrestar a los fugitivos, mientras que las autoridades de la localidad han declarado el estado de excepción en Kandahar.

Tanto Kandahar como la vecina provincia de Helmand son dos regiones donde la insurgencia talibán se ha hecho fuerte y la primera constituye uno de los principales puntos de la ruta del opio, fundamental para la financiación de las actividades de los insurgentes.

Los atentados suicidas y los ataques talibanes son especialmente frecuentes en estas provincias.

En el conflictivo sur del país, donde predomina la etnia pastún, la propia de los talibanes, los combates entre las fuerzas internacionales y afganas y la insurgencia talibán son constantes.

Pero también tienen lugar enfrentamientos en otras regiones del país, como en la provincia occidental de Farah, donde al menos cuatro soldados estadounidenses murieron hoy en una operación militar contra los insurgentes.

Los militares murieron al estallar un artefacto explosivo durante la ofensiva, según un comunicado de la comandancia estadounidense.

El auge de la violencia ha hecho que la OTAN incorpore a su misión (la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad) a más de 17.000 soldados en el último año.

De los casi 53.000 militares de la ISAF, cerca de la mitad son estadounidenses, y Washington tiene además bajo mando directo a otros 12.000 soldados desplegados en el país surasiático.

El nuevo jefe militar de la OTAN en Afganistán, David McKiernan, lamentó la falta de recursos con la que las fuerzas internacionales deben afrontar el conflicto afgano al tomar el mando el pasado 3 de junio.

En lo que va de año, más de 1.500 personas han muerto a causa de la violencia en Afganistán.