Versiones originales subtituladas y autores coetáneos ignorados por las grandes salas vuelven en septiembre al Cine Club Lumière Vigo para saciar la sed cinéfila de los trescientos socios de la entidad y de muchos aficionados.

- ¿Por qué se rehuyen los subtítulos?

- Por la falta de costumbre. Ya no hay proyecciones en versión original. En Portugal no se doblan las películas, lo que ayuda mucho al aprendizaje del inglés. Sin embargo, en Compostela se intentó una temporada y fracasó.

- El vídeo y el DVD, ¿están acabando con el espíritu cineclubista?

- Más bien es la presión de las distribuidoras que sólo compran los derechos de exhibición de películas que van a arrasar en taquilla. No se arriesgan a sacar estos filmes que escasean cada vez más en el circuito. La salida es Internet, pagar un canon o una cuota por bajar las películas que yo quiero. Quiero ver las películas que me gustan, no las que me impone en pantalla una multinacional.

- Además de las proyecciones...

- Realizamos un curso de guión, colaboramos con la Alianza Francesa en la difusión de películas francófonas y este año organizamos con la Concejalía de Normalización Lingüística un ciclo de cine en gallego.

- ¿No realizan actividades conjuntas con otros cineclubs?

- Es muy complicado. Cada uno decide su programación e iniciativas de forma autónoma. Además, los clubes pequeños no tienen una actividad continuada. Recibimos muy poco apoyo y casi no tenemos medios, así que es muy difícil colaborar.

- ¿Cuál es la línea Lumière?

- Creemos que hay directores contemporáneos muy buenos y muy difíciles de encontrar en salas comerciales, como Atom Egoyam, Lars von Trier, Gus Van Sant, Aki Kaurismaki o Jim Jarmus. Otros cineclubes, como el de Santiago prefiere directores clásicos.