La estrategia del pulpo vence al coloso

Investigadores del CSIC publican los primeros registros en vídeo de su comportamiento defensivo frente al congrio: utiliza los brazos para cubrir sus ojos y taponar las branquias

La estrategia del pulpo vence al coloso

A. Otero / Sandra Penelas

Sandra Penelas

Sandra Penelas

Ante lo que parece un combate perdido de antemano, el pulpo se convierte en gran estratega para conseguir doblegar al colosal congrio y evitar perecer bajo sus potentes mandíbulas. Biólogos del Instituto de Investigaciones Marinas-CSIC acaban de publicar los primeros registros en vídeo de este comportamiento defensivo del Octopus vulgaris en su medio natural gracias a la colaboración de buceadores recreativos que fueron testigos de estos desiguales y sorprendentes enfrentamientos en Illas Atlánticas y en el Cantábrico.

Los pulpos cuentan con una amplia diversidad de estrategias defensivas, desde el camuflaje a la huida, y el análisis de estas imágenes constata otro sofisticado comportamiento para resistir el ataque de los temibles congriosConger conger–, de tamaño notablemente mayor y uno de sus principales depredadores.

Varias tomas de pulpos y congrios.

Varias tomas de pulpos y congrios. / FDV

“La mejor defensa es un buen ataque”

Así titulan los investigadores del IIM-CSIC el artículo en el que detallan la estrategia del pulpo frente al congrio. El primer vídeo (a,b y c) fue grabado en 2008 por integrantes del Club de Buceo Ons y su protagonista, a pesar de tener tres brazos apresados, fue capaz de ocultar los ojos del congrio (primera imagen) y, a continuación, cubrir y perforar sus branquias (segunda imagen) durante unos minutos hasta que éste sacudió la cabeza y logró liberarse. Sin embargo, el pulpo recuperó su posición sobre la cabeza del pez. Los buzos acabaron por separarlos y ambos huyeron del lugar. Las otras secuencias muestran un enfrentamiento grabado en 2022 en Asturias (d, e y f) y el tercero (g, h e i) fue documentado en Cíes, en la isla de San Martiño, en 2023.

Los investigadores del CSIC han podido documentar rasgos comunes a partir de las imágenes. Los pulpos envuelven la cabeza del congrio con sus brazos para impedirle la visión y cubren las branquias para intentar asfixiarlo. Además sueltan tinta en algún momento de la pelea y, como consecuencia de la misma, acaban perdiendo algunos de sus apéndices.

“Normalmente, los congrios atrapan a los pulpos por sus tentáculos para sacarlos de sus guaridas. En dos de los tres vídeos que analizamos se observa cómo ellos utilizan los brazos que no están siendo mordidos por su atacante para defenderse. Es muy impresionante ver cómo el congrio se queda completamente inmóvil porque no tiene visión y se está quedando sin aire. En una de las secuencias no llegamos a ver si el congrio muere porque los buzos los separan, pero en la otra desiste y decide irse”, destaca Beatriz Salvador, que participó en este trabajo durante la estancia de 7 meses que realizó con una beca JAI del CSIC en el grupo Ecobiomar del IIM bajo la supervisión de Jorge Hernández Urcera y Ángel F. González.

Los tres son coautores del artículo que acaba de aparecer publicado en la revista Ecology and Evolution junto con Manuel E. Garci, también del IIM, y Miguel Cabanellas Reboredo, del Oceanográfico de Baleares-CSIC.

Los pulpos grabados pesaban entre 1,5 y 2 kilos y se enfrentaron a rivales con una envergadura mucho mayor, desde los 130 a los 180 centímetros. “Los congrios eran muchísimo más grandes y, a priori, claramente los ganadores. El pulpo del tercer vídeo permanece inmóvil porque probablemente ya estaba muerto cuando lo grabaron. Y nos dimos cuenta de que, al contrario que en los otros dos casos, el congrio no lo había apresado por los brazos sino por la base de la cabeza o manto, lo que podría haberle producido directamente la muerte”, apunta Salvador.

Los otros dos ejemplares dejan apéndices en la contienda, pero también adquieren un aprendizaje vital para futuros encuentros. “Claramente, supone un coste para ellos porque pierden capacidad de depredar sobre otros animales y de defenderse. Pero si son capaces de sobrevivir durante el periodo de regeneración de sus brazos tendrán la oportunidad de volver a aplicar esta estrategia defensiva frente a otro congrio y de salvarse de nuevo. Porque está demostrada su capacidad de aprendizaje y de memoria a largo plazo, incluso durante meses”, destaca.

Tanto el pulpo grabado en un sustrato rocoso de Ons como el del islote de Las Minas, en el Cantábrico, perdieron brazos y sufrieron semiamputaciones, pero este último parece que también provocó la pérdida de un ojo a su atacante, que acabó huyendo del lugar ante la imposibilidad de doblegar a su presa. Lo mismo hizo el de Ons tras ser liberado del cefalópodo por los buzos que lo grababan mientras su presa huía dejando atrás un rastro de tinta.

En todo caso, los dos congrios sufrieron en sus carnes la resistencia de sus presas, que fueron capaces de inmovilizarlos durante unos minutos hasta que lograron soltarse de sus tentáculos con una sacudida de cabeza. Aún así, inmediatamente después y, en el caso del pulpo de Cantabria previa liberación de tinta, los cefalópodos volvieron a recuperar su posición anterior para bloquear de nuevo la visión y la respiración de sus depredadores.

Imagen destacada
Beatriz Salvador, coautora del trabajo

"Pueden aplicarla de nuevo porque aprenden y tienen memoria a largo plazo”

“Esta técnica de defensa ya se había documentado frente a tiburones pijama, pero son las primeras imágenes con congrios y fue muy interesante. La verdad es que te llena de orgullo”, celebra Beatriz Salvador.

Los investigadores señalan en su artículo que la observación de este comportamiento aporta “información valiosa” para conocer la dinámica depredador-presa en los ecosistemas marinos y abogan por realizar más estudios. También agradecen la ayuda desinteresada de los buceadores que compartieron sus vídeos, especialmente, de Luis Laria, Jesús Llames y Alberto Otero, así como del Club de Buceo Ons. “Esta colaboración es muy importante. Los proyectos de ciencia ciudadana como éste ayudan a despertar el interés por el trabajo de los investigadores y la conservación del medio natural”, añade Salvador.

El trabajo también se enmarca en el proyecto nacional Ecosuma del grupo Ecobiomar, en el que la bióloga participó durante su estancia en el IIM realizando análisis del contenido estomacal de subadultos para determinar sus presas, así como trabajando en el cuidado y mantenimiento de paralarvas de pulpo para “poner a punto técnicas de lectura de la edad y signos de estrés”.

Aunque madrileña de nacimiento, Salvador pisaba la playa todos los veranos cuando la familia visitaba al abuelo de Arbo: “Desde muy pequeñita decía que quería ser cuidadora de animales marinos. El mar me apasiona y tras acabar la carrera en la Autónoma vine a Vigo a cursar el máster en Biología Marina y estoy muy contenta. Este año tengo otra beca de formación en la Ecimat de Toralla y, cuando acabe, me gustaría hacer un doctorado en ecología marina y en comportamiento, porque me gustó mucho la experiencia en el IIM-CSIC”.

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