Un claro ejemplo de la benignidad de las penas tipificadas para los menores de 18 años tuvo lugar en Vigo este mes de agosto. Forenses de la sede del Imelga (Instituto de Medicina Legal de Galicia) tuvieron que realizar un reconocimiento médico a un joven magrebí detenido por la Policía Nacional acusado de una decena de robos al asegurar que era menor de edad. El arrestado aseguraba no tener documentación ni papeles que certificasen su edad. Su paso a disposición judicial tuvo que retrasarse hasta la prácticas de las pruebas, ya que si fuera menor de edad, su caso sería trasladado a la Fiscalía de Menores y seguiría un cauce distinto. Finalmente, el examen médico indicó que el varón era mayor de edad.

Un polizón, mismo ardid

Parejo episodio tuvo esta vez como escenario el Puerto de Vigo. Un polizón que pasó escondido 48 horas en el maletero de un coche declaró ser menor una vez fue descubierto para frenar su deportación. Su complexión reflejaba lo contrario, pero ante la afirmación del inmigrante la Policía Nacional lo trasladó a un hospital de Vigo para practicarle la prueba radiográfica de la muñeca que acabó su edad adulta. Con esta estratagema buscaría, según fuentes policiales, retrasar la deportación a su país de origen.