El volumen de desplazamientos dentro de la Eurorregión que conforman Galicia y el norte de Portugal regresa a niveles "precrisis". Las dos principales carreteras que conectan la frontera gallega con Oporto, la autovía A-28 y la autopista A-3, ambas de peaje, recuperan tráfico a buen ritmo tras la pérdida de actividad que habían padecido hace años. Durante la primera mitad de 2017, entre ambas sumaron una media de 53.400 vehículos diarios, 3.400 más que hace solo 12 meses y bastante por encima de los años anteriores. Esa marca es de hecho la más alta desde al menos 2008, el primer ejercicio del que aporta datos el Instituto de la Movilidad y los Transportes de Portugal. Además de la A-28 y A-3, el sur gallego y el norte luso están conectados por la N-13, un vial mucho menos utilizado para desplazamientos largos al tratarse de una nacional que atraviesa varias localidades. El viaje entre la raia y Oporto por esa carretera, de hecho, se prolonga unas tres horas, más del doble que por la autopista.

El repunte de tráfico se da tanto en la A-3 como en la A-28. La primera, la autopista que enlaza con la autovía A-55 en la frontera y llega hasta Oporto, ha ido ganando circulación de forma continuada desde 2013 y se sitúa ahora en su mayor nivel de demanda desde hace al menos una década. Entre enero y junio de este año registró una media de 23.100 vehículos diarios, 1.700 más que solo doce meses antes y un 41% por encima del primer semestre de 2009.

El punto de inflexión de ese importante incremento se dio entre finales de 2010 y comienzos de 2011, cuando el Gobierno de Portugal decidió instalar en la autovía A-28 sus polémicos telepeajes. Coincidiendo con esa decisión -adoptada en octubre de 2010- el volumen de tráfico en la A-3 experimentó un incremento sustancial. A pesar de que la autopista también está gravada y su peaje es superior al de la A-28, durante la primera mitad de 2011 la A-3 experimentó un súbito repunte de tráfico del 30%. Un aumento clave que se produjo durante lo peor de la crisis.

La tendencia positiva también es palpable en la autovía A-28. A finales de 2010, coincidiendo con la entrada en funcionamiento de los pórticos de telepaje, su nivel de tráfico empezó a resentirse y en cuestión de solo un año registró una caída notable. Si durante el primer semestre de 2010 se habían desplazado por la autovía -entonces todavía libre de gravámenes- una media de 33.300 vehículos diarios, solo un año después, entre enero y junio de 2011, ese dato se había desplomado hasta los 24.600. La caída fue así del 26% en cuestión de meses. Desde entonces los datos fueron bajando año tras año de forma ininterrumpida hasta 2013, cuando se frenó la tendencia.

Esa situación provocó duras críticas de políticos y empresarios de ambos lados del Miño, que alertaron de los efectos de la tasa sobre la economía de la región. En el norte luso llegó a crearse incluso una plataforma de usuarios para reclamar la supresión de la tasa. A finales de 2011 el Ayuntamiento de Viana do Castelo alertaba de sus efectos sobre la hostelería local.

Para revertir esa situación fueron claves las medidas adoptadas por los Gobiernos de España y Portugal para facilitar el pago de los peajes lusos. La interoperabilidad de los dispositivos de teleapaje (OBE) a ambos lados del Miño y medidas ideadas para conductores extranjeros, como el Easytoll, Tollservice o Tollcard, que permiten abonar las tasas de forma rápida y cómoda -asociando la matrícula a una tarjeta de crédito o mediante un sistema de SMS- favorecieron que la A-28 recobrase poco a poco su anterior volumen de tráfico.

A medida que esas facilidades de pago se fueron extendiendo también lo hizo la recuperación del tráfico. En 2014 se registró ya un primer incremento de demanda, que se asentó en 2015 y consolidó en 2016 con un sensible repunte que alcanzó el 21% en un año. Entre la primera mitad de 2016 y la de este ejercicio esa tendencia positiva se asentó de forma clara, con otro importante aumento del 6%. En la práctica eso supuso ganar cerca de un 1.700 vehículos en 12 meses, los que pasaron entre el primer semestre de 2016 y el de 2017.

Los peajes de un viaje de ida y vuelta entre Galicia y Oporto por la A-28 cuestan 7,5 euros para un coche y 18,7 para un gran camión. Hace siete años, cuando se introdujeron las tasas y antes de las facilidades, los conductores extranjeros tenían que recurrir a un sistema caro y complejo para abonarlas.