Hace más de 40 años, Alberto Miranda y su mujer levantaron ladrillo a ladrillo un pequeño chalé en la parroquia de Saians. Estas paredes vieron nacer a su hija Bárbara y tiempo después se convirtió también en el hogar de su nieta, de ahora diez años. Tres generaciones habitaron tras estos muros que sin embargo no podrán ver crecer a una cuarta. Tras hacerse efectivo el desahucio ayer por parte de la comisión judicial, los vigueses Bárbara Miranda, su marido Óscar Pérez y su hija menor de edad tuvieron que abandonar la vivienda en la que residían y ahora, junto a sus padres, buscan un nuevo sitio en el que instalarse.

"La casa de mi mujer y mía también está en el mismo proceso concursal, por lo que dentro de dos o tres meses terminaremos igual. La idea que tenemos ahora es irnos a vivir con otra hija a Miranda de Ebro, casi con total seguridad. Así salimos de esta presión", reconoce Alberto Miranda horas después de dejar la finca en la que se encuentra la vivienda desahuciada.

Ataque de ansiedad

Aunque este lanzamiento se produjo sin mayores contratiempos sí fue necesaria la presencia de efectivos de la Policía Nacional. Esta actuación judicial fue la segunda llevada a cabo contra esta familia en los últimos siete días. El primer intento de desalojo no fue posible al sufrir la mujer un ataque de ansiedad. "Nos avisaron del desahucio un día antes de que se produjera; eso ya fue mucho para nosotros. A mi hija le dio un ataque de ansiedad y la medica dijo que no se podía trasladar así, por lo que nos dieron cinco días más para retirar todos nuestros enseres. El vecindario también se volcó con nosotros y nos ayudó muchísimo", explica Miranda. Finalmente el lanzamiento tuvo lugar ayer a primera hora de la mañana tras no lograr un nuevo aplazamiento. "Pedimos un par de días más pero no nos los dieron. El abogado que teníamos antes dijo que iba a presentar un recurso para atrasarlo pero no entró en plazo", sostiene Alberto Miranda, que lamenta la forma en la que fue subastada la vivienda. "Toda la propiedad se subastó por 200.000 euros aunque seguro que si se le hace una tasación da más de 500.000 euros", añadía.

La crisis financiera y la quiebra de su empresa familiar se encuentra -según explica este vigués- detrás del desahucio. La casa formaba parte en los bienes de Mecanizados UME, que entró en concurso de acreedores y fue liquidada para pagar las deudas que dejó su extinción. Los ingresos de la familia también son limitados, tras haber perdido las ayudas sociales a las que tenían acceso. "A mi hija se le terminó hace unos meses la ayuda de 400 euros que recibía y a mi mujer también. Mi yerno y yo trabajábamos con un sobrino en una empresa que como le fue mal terminó cerrando, así que ahora mismo no tenemos ingresos. A ver si ahora somos capaces de emprender una nueva vida en otro lugar", ansía Alberto Miranda.

La vivienda ya cuenta ahora con un nuevo propietario que se adjudicó la casa tras una subasta pública. Su nuevo morador lamentaba la situación en la que se encontraba la residencia a su entrada: ni enchufes ni marcos de las puertas.