Si la doble escala semanal del portacontenedores de Maersk en los puertos de Vigo y Marín resulta incomprensible para cualquier integrante del sector marítimo por el elevado gasto que implica -en tasas portuarias, servicios de amarradores y prácticos, entre otras-, la naviera danesa dio ayer otra vuelta de tuerca a una extraña operativa que dura ya más de un año. En apenas 48 horas, uno de los buques de la rotación con Algeciras, el Contship Joy, escaló primero en Marín, después puso rumbo a Vigo, y de aquí zarpó de nuevo ayer proa a la terminal vecina.

Tal vez haya una explicación que justifique esta maniobra; quizá surgieran contratiempos técnicos u organizativos. Cuestiones internas que la terminalista marinense Pérez Torres guarda celosamente para que nadie ponga duda la capacidad de un muelle cuyas limitaciones han quedado al descubierto en más de una ocasión. Como la ocurrida a finales del pasado agosto a propósito de la imposibilidad, por falta de calado y grúas, de atender a colosos de 300 metros de eslora por 48 de manga como el Cezanne, el barco de Maersk que acabó amarrando en la viguesa Termavi convirtiéndose en el mayor en la historia de Guixar. Pero al margen de las razones que pudieran influir en la errática trayectoria desarrollada por el Contship Joy por aguas del sur de Galicia, no ha pasado desapercibida para los operadores portuarios vigueses al tildarla de "dispendio de dinero y logístico".

El buque llegó al anochecer del miércoles a Marín. Allí permaneció muy poco tiempo porque a primera hora de la mañana atracaba en Guixar. El Contship Joy -de 140 metros de eslora- se pasó todo el día de ayer en la terminal viguesa para mover 300 contenedores. Descargó bastantes más de los que cargó, y todos reefer (con carga refrigerada) ya que Maersk decidió hace meses derivar toda la carga seca a Marín. La sorpresa saltó a pie de muelle cuando en torno al mediodía se supo que el buque partiría por la tarde de vuelta al puerto vecino. Igual de sorprendido que los estibadores locales, un transportista vigués se preguntaba: "¿Si va para allí a cargar contenedores no sería más rentable traerlos por carretera a Vigo y embarcarlos aquí?". Como confesaba hace unos días a este periódico el presidente de Puertos del Estado, José Llorca, a propósito de la doble escala de la primera armadora del mundo en terminales tan cercanas, "hay decisiones de las navieras que resultan inexplicables".