Los universitarios son claves para que los ciudadanos del futuro sean más sanos, de ahí la necesidad de potenciar la práctica de la actividad física y deportiva en esta etapa educativa con actividades diseñadas por los propios alumnos y que se puedan realizar dentro del propio campus o facultad. "Hay que inculcar los beneficios de una vida saludable a todos los estudiantes porque ellos son los que van a ocupar lugares de decisión e influirán directamente en la sociedad. Son una población objetivo", destaca Javier Rico, que ha radiografiado en su tesis los hábitos y motivaciones de los estudiantes.
Su estudio, defendido en la Universidad de Vigo y basado en las entrevistas realizadas a 608 estudiantes de Compostela, permite extraer interesantes conclusiones para el resto de campus gallegos. "El objetivo es que realicen una práctica físico-deportiva para mejorar su salud y en las encuestas hemos incorporado actividades de la vida diaria como caminar, algo que no contemplan otras investigaciones de este tipo y que es necesario", apunta Rico.
Los resultados revelan que el 74,35% de los universitarios compostelanos practican algún tipo de actividad, siendo la preferida "caminar de formar vigorosa continuada al menos 10 minutos" -un 70,80%-. Pero incluso el 77,3% de los que dicen no realizar ningún ejercicio tienen el hábito de desplazarse a pie diariamente hasta sus centros de estudio.
Se trata de un dato nada baladí, pues Rico aboga por la necesidad de incorporar el ejercicio al resto de ocupaciones diarias. "Caminar es el primer paso para realizar otras prácticas. Si estás acostumbrado a coger el coche o el autobús para llegar a la facultad, dejarás cualquier actividad física a la mínima barrera. Al conseguir que la gente camine ya estás consiguiendo mucho", señala.
El estudio también evidencia que la valoración positiva de las clases de Educación Física recibidas en Primaria y Secundaria, así como la importancia concedida a esta materia, influyen positivamente en los hábitos presentes de los universitarios. Y lo mismo ocurre en el caso de aquellos que participaron en actividades extraescolares durante su infancia y adolescencia.
"El 100% de los niños están escolarizados, por eso es importante crear un hábito desde esta etapa escolar. Y no solo durante las horas dedicadas a la Educación Física, que actualmente solo son dos a la semana y se está intentando su ampliación, sino también en otros momentos y espacios. Por ejemplo, explicando conceptos de Matemáticas como las distancias en un pabellón o haciendo una salida al campo en lugar de dar la clase de Ciencias en el aula", defiende Rico.
Sin embargo, su tesis también demuestra que un 13,82% de los encuestados abandonaron la práctica físico-deportiva a una edad media de 18,4 años, siendo la falta de tiempo para estudiar el motivo principal.
"Entre los 16 y los 18 años se producen muchos abandonos. No son capaces de organizarse y el sistema de clases no les facilita hacer ejercicio o un deporte. Se trata de una barrera importante y, aunque solventarla resulte complejo, sí sería interesante buscar fórmulas que faciliten las cosas a los universitarios", propone.
Rico plantea como ejemplo las rutas cardiosaludables diseñadas por los alumnos de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y de la Educación de Pontevedra. "Dentro de cada centro y en un campus existen muchos espacios que se pueden aprovechar, escaleras, zonas verdes, senderos... Hay que buscar iniciativas, en cuyo diseño participen los propios alumnos, para que puedan hacer ejercicio porque los horarios igual no les permiten ir a clases dirigidas en un gimnasio o pabellón", añade.
Otro dato a tener en cuenta del estudio es que solo una cuarta parte de los alumnos activos participan en competiciones deportivas, mientras que en torno al 76% prefieren realizar otro tipo de actividades por su cuenta.
Esto quiere decir que en las etapas previas tampoco es recomendable centrar todos los esfuerzos en formar parte de algún equipo. "Puede ser que el niño no tenga habilidades para practicar ese deporte o que no le guste y que prefiera andar en bici o simplemente caminar. El objetivo es buscar aquello que cada persona pueda hacer y adaptar la actividad, no imponerla", destaca.
Javier Rico detectó la necesidad de estudiar el ámbito universitario cuando la Fundación Deporte Galego, de la que fue gerente hasta hace un mes, desarrolló el Plan Galicia Saudable. "Antes de iniciar una estrategia era necesario conocer la situación. Ahora ya tenemos una perspectiva general y es un campo muy interesante para seguir profundizando en el futuro", añade sobre una tesis que estuvo codirigida por los profesores Roberto Barcala, de la Universidad de Vigo, y Constantino Arce, de Santiago.
"Hay que buscar fórmulas para conseguir que la gente sea activa y mejore su salud. De otra manera, será muy difícil sostener el sistema sanitario en el futuro. Y los universitarios tienen un importante papel en esta lucha. Hay que implicar a todo el mundo, no solo a los alumnos de Ciencias de la Actividad Física, sino también a los de Matemáticas o Filosofía. Las acciones deben ser transversales. Si un estudiante de Arquitectura interioriza esto cuando diseñe una urbanización incluirá un espacio para que la gente camine", reflexiona.
Su trabajo muestra algunas diferencia significativas por sexos, por ejemplo, en el porcentaje de los que no practican ningún tipo de actividad -un 20% de alumnos frente al 29% de alumnas-. Entre los activos, los chicos presentan en mayor porcentaje una alta adherencia y, respecto a la duración, hasta la hora predominan las mujeres y, a partir de ese tiempo, los hombres.
Y entre las actividades elegidas, el fútbol es la única en la que existen diferencias considerables, ya que predominan los chicos frente a las universitarias.
