Ni era vieja ni había ingerido algo tóxico y tampoco tenía heridas mortales. Los biólogos acabaron ayer la autopsia al calderón localizado este domingo flotando en la ría de Vigo sin poder determinar las causas de su fallecimiento. "No hallamos nada en su cuerpo concluyente, ni a favor de un accidente ni de una muerte natural", admite Alfredo López.

Este biólogo de Cemma -la organización encargada en Galicia de la atención en los varamientos de mamíferos marinos- inspeccionó el animal en el mismo muelle de O Berbés, adonde lo remolcó un barco tras recibirse el aviso en la Autoridad Portuaria de su localización en aguas interiores de la ría. De unos 3,5 metros de longitud, López estima que esta hembra de calderón común podría llevar entre tres y cinco días muerta. En la inspección ocular al cadáver se detectaron algunas heridas, pero sin entidad suficiente para atribuirlas al enganche de una red o a la colisión de un buque. "En anteriores varamientos de calderones tenían signos que evidencian esas posibles causas del fallecimiento, aunque en esta ocasión, no es así", razona.

Descartadas estas posibilidades solo faltaba comprobar si el cetáceo sufría alguna enfermedad o una intoxicación alimenticia -con plásticos o hidrocarburos, por ejemplo- que pudiera deparar su defunción. Sin embargo, tanto el examen del estómago en O Berbés como el de las muestras extraídas en el laboratorio no arrojaron más evidencias que la de que "aparentemente estaba bien", reconoce el biólogo.

De la familia de los delfines aunque más grandes y pesados -llegan a los 5 metros y hasta los 1.000 kilos-, los calderones prefieren navegar en aguas más profundas, por fuera de las islas atlánticas. No suelen adentrarse en el interior de las rías. Puede que por temor a correr la misma suerte que esta hembra.