La intoxicación por anisakis es una enfermedad emergente en todo el mundo, sin embargo, científicos y médicos advierten que su incidencia en nuestro país está subestimada puesto que resulta difícil de detectar -puede confundirse con otras dolencias- y su declaración por parte de los hospitales no es obligatoria. El investigador vigués Miguel Bao desarrolla un estudio pionero a caballo entre el Instituto de Investigaciones Marinas-CSIC y la Universidad de Aberdeen dentro del que ha determinado por primera vez que el consumo doméstico de boquerones en vinagre causa cada año 8.000 infecciones en nuestro país, esto es, un caso por cada 10.500 menús .

El autor escogió esta especie por ser la que tiene más casos de anisakiasis asociados en España y realizó un modelo de riesgo a partir de datos de epidemiología y parasitología marina -entre ellos, los parámetros de infección en el Mediterráneo y en el Atlántico aportados por la universidad romana de La Sapienza, el Instituto de Oceanografía de Croacia y el IIM vigués-, así como de hábitos de consumo o desembarcos y también de registros de los hospitales.

"La estimación podría ser incluso superior puesto que la gente solo acude a los hospitales cuando tiene síntomas más graves y, según advierten los profesionales de la medicina, hay casos que pueden confundirse con otras enfermedades gastrointestinales. Es decir, en muchas ocasiones está mal diagnosticada o no diagnosticada. Hace falta más investigación. Japón es el país con mayor incidencia debido al alto consumo de sushi, pero en España, Italia y Croacia también se comen muchos boquerones marinados y existe un riesgo", apunta Bao.

Los resultados de este novedoso estudio de carácter multidisciplinar, en el que también colabora el Hospital Universitario de la Paz, acaban de ser publicados por la revista Scientifics Reports, del grupo Nature. Pero la investigación doctoral de Bao es mucho más amplia y, además del riesgo de intoxicación, también aborda la opinión de los consumidores y si estarían dispuestos a pagar más para garantizar que el pescado esté libre del nematodo anisakis.

Los resultados de esta parte del trabajo están siendo revisados para su próxima publicación en la revista Fisheries Research.

Titulado en Ciencias del Mar y con un máster en Economía y Gestión del Medio Marino y los Recursos Pesqueros, Bao inició su tesis en el grupo de Ecobiología y Biodiversidad Marina (Ecobiomar) del IIM, coincidiendo con la puesta en marcha del proyecto europeo Parasite y la creación del primer biobanco marino del mundo.

Y en marzo de 2014 se trasladó a la Universidad de Aberdeen, en Escocia, donde desarrolla sus estudios en la Escuela de Ciencias Biológicas y en la de Ciencias Computacionales y Naturales. "Todos los objetivos están relacionados con el anisakis pero desde distintas perspectivas: socioeconómicas, de salud y de epidemiología y ecología del parásito. Y también utilizo diferentes metodologías. Estar aquí me ha permitido conocer una nueva cultura de trabajo y colaborar con científicos de prestigio", destaca.

Miguel Bao recuerda que evitar la intoxicación por anisakis es sencillo -solo hay que congelar el pescado que vaya a ser consumido crudo, marinado o poco cocinado- pero sostiene que la sociedad debe ser "consciente de que la enfermedad está ahí". "Tanto las empresas de venta de pescado y restauración, como los médicos, los científicos, la Administración y los consumidores en general deben estar informados y saber que se puede prevenir", destaca sobre la necesidad de divulgar estudios como los que él desarrolla.

Su estimación solo tiene en cuenta la intoxicación doméstica, puesto que los restaurantes están obligados a cumplir el real decreto que establece el adecuado proceso de congelación, aunque los investigadores no descartan que también podrían ser el origen de algún caso.