Su vida, a diferencia de la de los alcaldes Martínez Garrido o Antela Conde, no se la robaron con una ráfaga de plomo y pólvora contra la tapia de Pereiró, pero Enrique Blein Budiño puede contarse también entre las víctimas que siguieron a la barbarie de 1936 en Vigo. Quien fue el primer alcalde de la ciudad en la Segunda República moría hace ahora 80 años: la madrugada del 10 de diciembre del 36. No fueron las balas las que le arrebataron la vida, sino un agresivo cáncer de esófago que llevó a las autoridades militares a trasladarlo desde la cárcel en la que lo habían confinado en agosto de ese mismo año al Hospital Municipal de Vigo. El ingreso en el pabellón sanitario se hizo el 30 de octubre, solo 40 días antes del deceso, y después de que la situación del enfermo se escrutase con lupa durante cerca de tres meses.

Fue el director de la prisión, Vicente Fonturbel, quien dio la voz de alarma sobre la grave dolencia del exregidor. En una carta que envió al juez a finales de agosto le informaba de que el recluso padecía trastornos gástricos y fuertes dolores. Al no poder tratarlo en la enfermería de la cárcel, planteaba la urgencia de ingresarlo en un hospital. En su libro Cen personaxes en torno a unha guerra, el historiador Xoan Carlos Abad explica que, a pesar de la gravedad del cáncer de Blein Budiño, Fonturbel no obtuvo respuesta hasta dos meses después. Y solo para posponer más su entrada en el hospital. El magistrado exigió primero el dictamen de un especialista y más tarde el de dos militares con formación médica: un alférez y un soldado. Una vez en los pabellones del Hospital Municipal pudo al menos recibir las visita de su familia.

Abad asegura en su ensayo que el cáncer, que en su estado más avanzado llegó a producir avitaminosis al enfermo, incapaz de ingerir alimentos, no solo causó la muerte del exregidor. También fue la clave de que se "paralizase parcialmente" la causa sumarial contra Budiño. "Se comprobó que no era necesario llevarla adelante para acabar con él", reflexiona Abad, presidente del Instituto de Estudios Vigueses.

El nombre de Budiño pasará a la historia por ser el primer alcalde vigués de la II República. Tras las elecciones de abril de 1931 una Junta Gestora lo designó "alcalde-presidente", lo que le permitiría rubricar poco después el primer bando del nuevo régimen republicano. El 24 de ese mismo mes se constituyó de forma oficial la nueva Corporación municipal, con Blein Budiño a la cabeza. Su mandato fue breve y estuvo marcado por los roces con el gobernador civil, quien terminará destituyéndolo meses después, el 11 de septiembre. A lo largo de los años siguientes el ya exalcalde seguirá haciendo gala de un fuerte compromiso político, llegando a presidir Izquierda Republicana en la ciudad e implicándose en la campaña del Frente Popular para las elecciones de febrero de 1936.

El temor a padecer la represión de los golpistas le llevó a ocultarse, primero en Coruxo y en Chandebrito más tarde. Una semana después del cambio de escondite, a principios de agosto, la Guardia Civil y los Carabineros del puesto de Nigrán lo apresaban. Según Abad hay testimonios que aseguran que el teniente Santos, al frente de la operación, intentó asesinarlo durante la detención. "Se lo impidió la presencia de testigos", apunta el presidente del IEV, recogiendo así algunos de los testimonios que todavía se conservan.

Otro rumor apunta a que al exregidor lo delató su gusto por el tabaco, que le seguía comprando y llevando su esposa. En Cen personaxes en torno a unha guerra se recoge aún otra curiosidad más sobre su muerte: la tristeza con la que se recibió en la Sociedad El Gimnasio llevó a su junta a poner un crespón negro en su balcón, en Príncipe. El gesto fue suficiente para que la autoridad militar clausurara la entidad.