"De la noche en que llegué a Vigo, ciudad en la que habito, guardo todavía el molesto recuerdo de las agujetas que me causó el transporte de mi cuerpo recién cicatrizado desde Cambados hasta aquí, y un insomnio del que aún no he conseguido recuperarme, por eso me veis siempre despierto, pues yo jamás cierro los ojos, siempre alerta, nunca duermo. En Corbillón, el nido de mi creador, durante el postoperatorio había sido tratado a cuerpo de rey, pero estimo que a fin de cuentas me lo merecía después de las intervenciones quirúrgicas a las que había sido sometido en la fundición, donde me habían cosido en partes y sin anestesia. ¡Imagínense lo que puede llegar a doler!

Así se montó el Sireno. // Archivo Leiro

Créanme si les digo que, a pesar de mi pose, yo no soy un tipo presuntuoso. Sin embargo todavía echo de menos que no se hubiese organizado ningún acto de inauguración de mi presencia. Por el contrario, me montaron con nocturnidad y, aún diría, ciertas dosis de alevosía, hecho que noté inmediatamente, mientras aguardaba a ser izado por la grúa, en las caras de las gente que salía de los cines. Unos, los que venían de ver "Tacones lejanos" en el Fraga todavían tarareaban la canción "Piensa en mí" que Luz Casal interpreta en esa película. Otros, los procedentes de Multicines Centro, se movían entre la media sonrisa de "El rey pasmado"y el escalofrío de "El silencio de los corderos". Me consta que también los había que presenciaran la proyección de "Con Madonna en la cama", pero esos enseguida se marcharon para casa: intuyo sus razones. Y es que, efectivamente, al margen de los guardias municipales, de los operarios de la Fundición Capa, de los taxistas y de la clientela postrera de los bares de la zona, los cinéfilos de la última sesión de aquella noche en las salas más cercanas fueron quienes pudieron echarme el primer vistazo. También estaban allí mi hacedor, Francisco Leiro, y el hombre que me bautizó, Francisco Santomé, una circunstancia que explica mi irónica respuesta de "soy hijo de dos Pacos" cuando me preguntan por mi partida de nacimiento. El segundo Paco, Santomé, fue el que allí mismo intentó, sin que acabase de creerlas del todo, explicarme las razones por las cuales no se había organizado acto alguno que conmemorase mi estreno: "Es que -me decía- la verdad es que nosotros teníamos pensado hacer algo antes de las elecciones pero, como te demoraste tanto, resulta que el exalcalde y yo, que fuimos los que te encargamos, nos hemos quedado en fuera de juego, así que...

-¿Pero es que acaso Vigo no tiene alcalde ahora mismo? ¿Dónde está? ¿Qué hace?, le inquerí en tono enfadado.

-Bueno, haber hay, pero es que el nuevo dice que no tiene nada que ver con este asunto, me contestó el edil. Quizás mañana venga por aquí, si le apetece...

A fe que casi me convence,y durante las primeras horas de la mañana intenté distinguir entre mis espectadores al nuevo "jefe" de la ciudad. Pero, o bien no lo vi, o no fui capaz de identificarlo, o, lo que me pareció más probable, no se llegó acercar a mí en todo aquel día.

Los diez bocetos de la escultura. // Archivo Leiro

Mi hacedor, Leiro, intentó sosegar mi decepción explicándome, cosa que yo no sabía, que desde que empezó a hablarse de mí abundaban quienes, incluso enviando cartas a los periódicos, me rechazaban de plano, no querían verme ni en pintura (y nunca mejor dicho, modestia aparte). Pero tampoco me convencieron sus palabras. Es más, incluso creo recordar que llegué a espetarle: ¡Claro, con esta cara de feo que me has puesto, a ver a quién carajo le puedo gustar!

Durante la noche me hicieron cientos de fotos, incluso filmaron el montaje en VHS. La cinta la conserva Leiro pero, salvo la, opino yo, importancia histórica del acontecimiento de mi llegada a Vigo, seguro que si la ven acabarán aburriéndose. El propio Leiro apenas se acordaba de ella hasta que los periodistas le recordaron que se acercaba mi 25 cumpleaños. Fue entonces cuando se percató de que, en uno de los cajones de su taller de Corbillón, guardaba la cinta de la que los muchachos han extraído las fotos que ilustran estas páginas. De todas formas, la primera foto publicada fue la que me hizo el fotógrafo de este diario, Magar, la que salió en la primera página del decano el 7 de noviembre. La foto no estaba mal; al contrario, me hacía bastante justicia, tenía una excelente perspectiva, pero me desconcertó un poco el titular de la información que la presidía, ya en la página 9: "Una obra hermosa, pero mal emplazada". Entonces me percaté de que algo de verdad había en lo que me habían contado el escultor y el concejal: abundaba gente que desconfiaba de mí, sí, y lo curioso es que no le echaban la culpa exactamente a este servidor, sino al lugar en el que me habían puesto.

Leiro se reencuentra con su obra. // Carlos I. Castrillón

Optimista, y siempre procurando encontrar el lado positivo de la vida, obvié lo del "mal emplazada" y me quedé con lo de "obra hermosa", un adjetivo al que le di vueltas y más vueltas, como queriendo encontrar el verdadero significado de la palabra belleza para los humanos. Por supuesto, no lo hallé y, es más, como dije antes, yo admito que soy feo de cara, como le reñí a Leiro, pero es que eso está en mi naturaleza. Porque yo no soy un "Sireno" (como me definió Santomé cuando, acosado por la prensa, tuvo que inventarse un nombre para aquel home-peixedel que tanto se hablaba) sino un tritón, todo un tritón...¡Ah! ¿Qué pasa? ¿Que no saben lo que es un tritón? Ya le he perdonado a Santomé cuando me bautizó como "Sireno" (la verdad es que me he acostumbrado). Sé que lo hizo porque, claro, una de las acepciones de tritón es la de "Sirena macho" (¡hay que ver lo mal que suena dicho así!), pero han de saber que la familia de tritones de la que provengo deriva de la mitología griega y, ya que tengo la ocasión, aprovecho para contarles que a los tritones se nos considera los "mensajeros del mar" y que mis ancestros, concretamente, estuvieron emparentados con Poseidón, el dios de todos los mares.

El significado del "home-peixe". // Carlos I. Castrillón

Soy, así pues, un ser marino o, para que entiendan mejor mi coyuntura, un marinero en tierra, aunque esté elevado en lo alto, a 12 metros de donde ustedes me observan. Es por ello por lo que mi creador me orientó hacia la calle Carral que, en teoría, es la calle por lo que tendría que volver al mar en el caso de que algún día sucumbiese a un ataque de melancolía. Pero es que mi hacedor es muy gracioso, muy retranqueiro, para eso es gallego porque ¿ustedes creen que liberarse de las soldaduras me iba a resultar tan fácil? Aunque he de hacer constar que, al principio, sobre todo aquella noche del 5 al 6 de noviembre de 1991 se me pasó por la cabeza escapar, fugarme pero, bueno, por la fuerza de la costumbre ya me temo que si regresase al mar allí me recibirían como un bicho raro, algo que yo no deseo para nada que me vuelva a ocurrir. Por el contrario, a Vigo, y a este lugar, ya los considero mi hogar y, últimamente, hasta he hecho un amigo con quien departo hablando en el idioma de las voces del silencio todas las noches, si bien, he de reconocerlo, de vez en cuando me asalta la envidia de quien me ha "robado" el protagonismo de la clientela que, por aquello de sacarse fotos, ahora tengo que compartir con ese ser vegetal cuyo origen es, él mismo me lo ha dicho, todavía más antiguo que el mío, pues data de cuando las personas ni siquiera habitaban el planeta y su especie era la reina de la Tierra.

Y, en fin, ahora que es el momento de despedirme de ustedes, si es que han conseguido llegar hasta aquí en este que es el día de mi aniversario, aguardo que estas líneas sirvan para comprenderme mejor, porque la de hoy es la fecha seguramente más adecuada para confesarles que, ciertamente, yo no llegué aquí por mi voluntad, pero que con el tiempo uno acaba haciéndose a todo. Prometo así pues no defraudarles huyendo despavorido sino procurando mostrar mi mejor cara, si ello fuere posible, cada vez que se me acerquen y eleven su mirada al cielo de Vigo, a las estrellas que me recibieron luminosas la noche en que llegué, a las lluvias que me remojan en días temporal, al viento que me mece y al Sol a cuya Puerta he venido a llamar".