Juan y su hija de cuatro años apuran sus últimos días en el que ha sido su hogar durante los últimos dos años. Llegaron a su actual vivienda en la calle Portela en noviembre de 2014 tras pasar una temporada en una pensión, vivir durante un año con la madre de él en Coia y superar un primer desahucio en Bueu. Separado y con la guardia y custodia de la niña, a este vigués de 47 años le han aplazado en dos ocasiones la fecha de desahucio y ahora tiene que dejar el piso en el que reside de alquiler el próximo martes día 27 por orden del Juzgado de Primera Instancia número 14 tras acumular un año y medio de impagos.

No ve alternativas a corto plazo y denuncia que le está resultado imposible encontrar un piso para alquilar pese a la ayuda del colectivo Os Ninguéns. "Me veo construyendo una chabola en un parque. Así de seria es mi situación. No tengo a dónde ir y nadie te alquila cuando se enteran de que cobras la Risga o sales de un desahucio", lamenta este padre cuyo único ingreso desde enero de 2014 es la Risga con 470 euros mensuales.

En la vivienda que ahora tiene que dejar pagaba 325 de alquiler. "Con los recibos me quedaban apenas 50 euros para todo el mes y cuando tuve que elegir entre pagar el piso o dar de comer a mi hija, siempre lo tuve claro. Ella es lo primero", relata emocionado Juan, que trabajó en la construcción y llegó a montar un pequeño negocio de restauración con la madre de su hija en O Morrazo en el que perdió parte de sus ahorros.

Tras la separación se fue a vivir con la niña a Bueu a un piso de alquiler. De allí lo desahuciaron por primera vez por impago porque tras una operación en la pierna no podía trabajar y necesitaba rehabilitación. En esta situación "crítica" decidió regresar a Vigo con la niña a vivir con su madre mientras se recuperaba de la operación. La relación con ella nunca fue buena y a mediados de 2013 salía de la vivienda. "Nos fuimos a una pensión, solicité la Risga y desde entonces he tocado en todas la puertas", cuenta Juan que lamenta la "escasa colaboración" de los servicios sociales del Concello de Vigo. "Me dijeron que me ayudarían con el alquiler de esta casa y no hicieron nada hasta que me dieron el cheque social".

Acumulaba un año de impagos cuando en noviembre de 2015 el Concello le concedió el cheque social y abonó 500 euros a los propietarios. Esa ayuda cubría unas siete semanas de alquiler. "Un mes y medio después me llegó el burofax con la primera orden de desahucio", explica el afectado que afirma que los técnicos autonómicos le han conseguido "dos aplazamientos". Además le ofrecen un realojo en un piso social de Cuntis o Salvaterra, pero Juan no se decide por tres motivos. "La única familia con la que tenemos relación es una hermana y sus hijos que viven en Vigo y no quiero separar a la niña de ellos y además yo no tengo coche para desplazarme desde allí al colegio", a lo que suma los temores a encontrar trabajo allí o cursos de formación para reciclarse.

Por parte del Concello de Vigo recibió este verano 325 euros para ayudarle con la fianza si encontraba un alquiler y 600 para gastos de mobiliario pero asegura que no puede usarlos porque nadie le alquila. "Dicen que no pueden ayudarme más", se queja este vigués que asegura vivir "en una pesadilla".