No hacía falta adentrase en la propia Iglesia o finca de San Roque para darse cuenta de la gran cantidad de fieles que bañaron ayer de cariño al santo. Y es que desde Gregorio Espino, Avenida de Madrid o calle Filipinas se avistaban cientos de personas portando cirios, velas e incluso flores como ofrenda al santo.

Las agradables temperaturas de la mañana propiciaron que más de un millar de personas acudieran a la mayor romería urbana de la ciudad. "Nos quedamos impresionados, creo que con diferencia este ha sido el año de mayor número de fieles. Desde el patio del Pazo, las vistas eran increíbles, calculamos bastante más de un millar de personas", relata Juan Agra, presidente de la Irmandade de Devotos.

Nunca San Roque estuvo tan arropado. Desde las 12.00 horas de la mañana, la multitud se agolpó en la explanada que se encuentra junto a la capilla donde se celebró la Misa Mayor, oficiada como ya es tradición, por el obispo de la Diócesis de Tui-Vigo, Luis Quintero Fiuza. A la misma asistieron los ediles del gobierno local, encabezados por el alcalde Abel Caballero y miembros del grupo municipal del PP. Quintero Fiuza agradeció "enormemente" la presencia un año más de todos los fieles al santo, aseverando la importancia de "mantener viva" estas tradiciones y romerías, y más en un barrio "tan característico y con tanta historia como San Roque". Al término de la misma, minutos antes de las 13.00 horas, y con el himno del santo de fondo, el sacerdote y el obispo ordenaron el descenso de las tallas del escenario principal y el comienzo de la procesión, encabezada por la imagen de Santa Rita, seguida por la de San Roque y custodiada por la multitud de fieles vigueses.

A diferencia del año pasado, donde la lluvia obligó a suspender el recorrido y este fue acortado en su celebración, los fieles realizaron la procesión sin mayor contratiempo aunque a un ritmo bastante menor del esperado, según iba informando un miembro de la Irmandade. Los ambulantes de puestos de alimentación y misceláneos se mostraban asombrados ante la gran cantidad de gente que transcurría tras las tallas. "Hay un montón de gente, muchísima más que otros años que recuerdo", comentaba a su compañera uno de los vendedores.

Al término del recorrido, las imágenes de San Roque y Santa Rita regresaron a su emplazamiento habitual; el interior de la capilla. Cientos de fieles pasaron a saludar más de cerca a su santo y pasaron sobre él decenas de pañuelos que luego acercaron a sus cuerpos en señal de fe. "Su condición de milagreiro se la ha ganado por algo. A mí me curó varias enfermedades y también a mi perra. Le pedí muchas veces por ella e hizo lo imposible hasta que falleció", recuerda emocionada Mari Carmen González. Junto a ella, su marido Antonio García acababan de reencontrarse con dos amigos de la infancia después de muchos años. "La verdad es que es el sitio perfecto para un reencuentro tras más de dos décadas. Ambos somos muy fieles al santo, sería bonito reencontrarse todos los años aquí", comenta García.

Quienes también se benefician de esta capacidad de concentración del santo son los numerosos miembros de la familia Méndez. A pesar de reconocer "estar muy unidos", afirman que no se ven tanto como querrían, por ello aprovechan esta romería para disfrutarla en familia. "Adelantamos a esta fecha la reunión tradicional de Navidad. No hemos dejado de venir nunca, porque saben hacer un compendio perfecto entre fiesta y religiosidad. Disfrutamos todos mucho de la romería, estoy segura que tanto mis hijos como mis nietos alargarán el legado de San Roque; para los que nacimos aquí es más que un santo", comenta una de las mujeres de la familia.

Quien avala las palabras de los Méndez son los miembros de la peña "O Sanrockeiros". Este grupo de amigos lleva acudiendo a la romería desde hace más de veinte años y fueron sus padres y abuelos los que le inculcaron la tradición. "El ambiente es espléndido. Comida, procesión, música y diversión con los amigos, qué más se puede pedir, ¿no?", comentaba Silvia.

Los que se han empapado por primera vez en este ambiente son la familia Cortegoso. A pesar de ser de Vigo, y más concretamente del barrio de San Roque, nunca habían acudido a la procesión ni a la fiesta. "Este año, al no llover y tampoco hacer tiempo de playa decidimos estrenarnos en esta romería y estamos sorprendidos de la gran cantidad de gente y del ambiente; la verdad es que nos ha encantado. Es pronto para decirlo, pero no rechazamos repetir el año que viene", señalan los padres.