En la calle Apocada, en el epicentro de la Habana Vieja, a unos metros del Capitolio, el paseo de Prado y hoteles emblemáticos, como el Inglaterra, Nelson Villalobos tiene su hogar. Una vivienda espaciosa, dividida por arcos, con techos de seis metros de altura y ventanas enormes que colman de luz la estancia. Sobre ella, una terraza formidable desde la que contemplar una vista única. Pero su vivienda, con un balcón de hierro que permite observar el bullicio de una calle ruidosa, perfumada por mil olores y llena de encanto es más que eso. Actúa de estudio y galería, que visitan amigos y buscadores de arte. Algunos turistas -estadounidenses, mexicanos, canadienses...-que desean conocer el arte contemporáneo que se cuece en Cuba pero en el lugar en donde se cocina, o sea en la casa de los propios creadores.