José Ángel Taboada ya descansa en paz. En una austera caja de madera sobre la que reposaban unas sencillas flores, el vigués solitario muerto entre la basura de su casa de Alcabre (Vigo) recibió sepultura en un entierro de beneficencia sufragado por el Concello después de que ningún familiar reclamase su cadáver. En un montículo de tierra a modo de lápida, una sencilla cruz con el número 113 identifica el lugar donde desde ayer reposan los restos de este hombre de 51 años. El silencio del cementerio municipal de Pereiró apenas se vio roto por las paletas de los tres enterradores, pero en su cortejo no estuvo solo del todo. Dos hermanas de Teis de 60 y 61 años de edad quisieron darle su último adiós. Conocían a José Ángel desde "pequeñito", cuando vivía en Teis, y le tenían en estima porque la madre de éste había trabajado durante años en la vivienda de sus progenitores. "Tenía la misma edad que mi hermano pequeño y los recuerdo jugando juntos en casa" , explica una de estas vecinas de Vigo, sorprendida y sobre todo apenada por el hecho de que ellas hubiesen sido las únicas personas que se acercaron al camposanto para despedirlo. "Es terrible", describe. Aún hacía poco que habían hablado con él. Les entristece también lo anónimo de su tumba. "Voy a hablar con mis hermanos para al menos ponerle una placa con su nombre", dice esta mujer.

Ocho días después de que fuese hallado muerto y a las diez en punto de la mañana el coche fúnebre con el féretro salía del tanatorio de Emorvisa para recorrer el breve camino que separa estas instalaciones de la zona 9 de Pereiró, donde, en tierra, recibió José Ángel su sepelio de caridad. Las dos hermanas de Teis, vestidas de negro, formaban el único cortejo. "Leí la noticia en el FARO, llamé a Emorvisa para saber a qué hora era el entierro y decidimos venir; nos esperábamos encontrar a alguien más", afirman. Aunque el párroco de Alcabre comunicó días atrás al juzgado de guardia que el fallecido podía ser enterrado en el nicho familiar de Alcabre, ya que allí reposan los padres, el sepelio de beneficencia se realizó en Pereiró, donde se hacen todas las inhumaciones de este tipo.Lo que "indigna" a las dos mujeres es que el cura no fuese hasta allí. "José Ángel era un feligrés de Alcabre, tendría que haber ido a darle la bendición", asevera una de ellas.

Austero

El sepelio fue austero. Como en todos los de caridad, no hubo esquela, ni velatorio, ni lápida ni placa con el nombre del fallecido. Los restos de este vigués descansan en una caja, en tierra, en la tumba 113 del camposanto. Tampoco fue ningún párroco. Tres sepultureros del camposanto lo enterraron. Las dos mujeres, tras santiguarse, se fueron antes de que los trabajadores finalizasen su labor. Allí también estuvieron un tiempo los dos hombres que llevaron el coche fúnebre.

José Ángel era solitario. Sus vecinos de Alcabre, donde vivió sus últimos diez años, lo calificaban de "insociable" y "huraño". En su inseparable bicicleta salía todas las noches a buscar las bolsas de desechos y enseres que atestaban su casa. En contradicción con su vida real, el hombre tenía una activa vida en la red, en Facebook, donde acumuló más de 3.500 amigos. Una de estas amistades, una tinerfeña con la que también hablaba por teléfono a diario, fue la que dio la alerta hace ocho días, lo que permitió hallar el cadáver, preocupada porque desde el 25 de marzo no sabía nada de él.

Para las hermanas que ayer fueron al cementerio, José Ángel era una "buena persona". Hijo único, el padre había trabajado de jardinero en el cementerio de Teis y su madre fue empleada de hogar en la casa de los progenitores de estas mujeres, por eso lo conocían desde que era pequeño. "Les teníamos cariño", afirman. La madre del fallecido también había sido portera en un edificio. En una vivienda de ese inmueble residió, ya viuda, con José Ángel.

Además de la propiedad de Alcabre, el fallecido tenía otra en Teis de la que llegó a tener al menos una oferta de compra, pero que nunca quiso vender. Al parecer tenía algún primo. Las hermanas que ayer acudieron a su sepelio no conocían el problema de acumulación de basura que sufría. "Lo veías por ahí en bici, con el casco, nunca llegué a pensar eso; me visitaba de vez en cuando", cuenta una de ellas, que no cree que la conducta de José Ángel fuese la de un afectado por síndrome de Diógenes. "Creo que respondía más a su obsesión por recoger cosas para preparar su casa", opina. Eso también lo apuntó la amiga de Tenerife de Facebook que alertó a la Policía Local de que no sabía nada de él. "Una vez me contó que había encontrado un espejo en un contenedor; cogía esas cosas, muebles, enseres, y las tapaba con plásticos para poner su casa bien cuando tuviese dinero", afirmaba hace días esta canaria.

Extrabajador de Citroën, José Ángel llevaba años en paro y ya no tenía la ayuda mensual de 426 euros. Iba a comedores sociales y recibía ayuda de Cáritas. Desde ayer, este solitario vigués descansa en paz.