Uno de los primeros vuelos que salió en la mañana de ayer de Vigo acabó tomando tierra en su destino con total normalidad pero con un tremendo susto entre sus pasajeros. Al poco de despegar de Peinador, el avión sufrió un fallo en uno de los motores que aunque el comandante logró solucionar de manera muy rápida hizo que perdiera velocidad de forma brusca, generó un ruido fuerte a bordo y algo luminoso en el ala derecha que los viajeros sentados en ese costado confundieron con llamas. La aerolínea Iberia Express descarta que hubiera ardido alguna de las turbinas de este aparato y atribuyó lo interpretado por algunos pasajeros a "unos pequeños destellos" característicos de un incidente que tachó de "habitual".

A José María Collazo no debió parecerle tan habitual lo que salía del avión que sobrevolaba su casa de Petelos (Mos). Una portavoz del 112 confirmó a este periódico que este vecino de 59 años llamó sobre las 9.40 horas informando de que "un avión podía tener problemas porque estaba despidiendo mucho humo". "No humo, fuego. Estoy cansado de ver pasar aviones por encima de mi casa pero de éste me di cuenta porque escuche ruidos, como petardazos", precisa Collazo. Recibido el aviso, el servicio de emergencias se pone en contacto con la torre de control de Santiago. A los controladores compostelanos les sorprendió la llamada. Desconocían cualquier clase de problema con el vuelo de Iberia Express IBS3965 y ni sus compañeros de Vigo habían notificado nada. La torre de Santiago averiguó lo ocurrido por boca del comandante quien, según la portavoz del 112, confirmó a los controladores que habían sufrido "un problema de compresión", que ya estaba solventado y que seguían rumbo Madrid.

"No ardió ningún motor", afirmaba de manera tajante la aerolínea. La compañía aclaró que poco después del despegue de Peinador el vuelo registró "un fallo puntual del motor, del que se recuperó inmediatamente tras aplicar los procedimientos estipulados". Sobre lo que llevó a viajeros a pensar que era fuego lo que salía de la parte derecha, recalca la compañía que este "problema de compresión" suele generar "pequeños destellos".

El pasajero vigués Félix González, con cientos de horas en vuelos comerciales, coincide con la compañía en que la incidencia se resolvió pronto y que tomaron tierra el aeropuerto en el Adolfo Suárez con "absoluta normalidad", pero no olvida esos minutos posteriores a la salida de Vigo. "Sufrí el susto de mi vida" , subraya. "El avión perdió toda la potencia en plena ascensión. El piloto bajó el ángulo de ataque poniéndolo plano mientras se oía un traqueteo en el motor derecho y la gente miraba por la ventana", relata González, que viajaba en uno de los asientos del costado izquierdo.

No solo él percibió el movimiento anormal. Varios de los pasajeros sentados en la parte derecha aseguraban haber visto fuego en la turbina. Así se lo hicieron saber al sobrecargo. "Les pedían explicaciones de los petardazos que se escucharon y sobre por qué no se volvía hacia Vigo", resume González. Entonces la alarma comenzó a extenderse por el avión. "El que más y el que menos murmuraba; sin cundir el pánico, suspiraban aliviados", cuenta el vigués. En esta situación, las palabras pronunciadas por el comandante a través del altavoz sonaron más que tranquilizadoras: "Dijo que como habíamos podido comprobar el avión había sufrido un problema y ya estaba resuelto". Y hora y media después, por fin en Madrid.