Regenta desde hace apenas año y medio el único estanco del polígono residencial. Resulta imposible mantener una conversación con Manuel sin la interrupción constante de la entrada de clientes. Y bienvenidos sean. Porque aunque pueda parecer un negocio boyante, el estanquero asegura que en Navia golpeó la crisis como en cualquier otro sitio de la ciudad. "Mantenemos los clientes pero sí que se redujo el gasto. Mucha cajetilla y poco cartón", argumenta.