Samil se ha convertido en el arenal que congrega a más bañistas por metro cuadrado de Galicia. Intentar encontrar un sitio -no digamos ya aparcar el vehículo- en este arenal es prácticamente imposible a partir del mediodía. Lugar de peregrinación de miles de vecinos portugueses y de otros municipios de la provincia e incluso de Ourense, hacerse con un lugar frente al mar se ha convertido en una misión titánica. Por eso no es de extrañar que algunos, los más previsores, sean capaces de darse un madrugón y acudir a las ocho de la mañana hasta Samil para clavar la sombrilla y extender las toallas (imagen de la izquierda). Horas más tarde esa imagen idílica sufre una radical transformación -de la paz al caos-, que llega incluso hasta la zona arbolada, en donde una multitud se arremolina en busca de una sombra que les cobije mientras dan cuenta del almuerzo (a la derecha).